El autor está fascinado por la figura de uno de los hijos del Papa Borgia y, acudiendo a la fuentes no duda en desautorizar novelas sobre otros miembros de la familia, como la famosa envenenadora Lucrecia Borgia, salia del puño de nuestro admirado Victor Hugo.
Elogia a César como inspirador de El Príncipe de Maquiavelo, grandes dotes de gobernante y guerrero al menos en esa Italia dividida en principados, dedicada al hedonismo y las tramas palaciegas.
La verdad que ha sido toda una sorpresa encontrarnos como personaje secundario al mismísimo Pico de la Mirandola, al que le admirábamos ya sus elucubraciones neoplatónicas, aunque ahora no comprendemos como encontró el momento de llevarlas acabo bajo la continua amenaza de tratar con dicha familia y sus amenazas.
Asesinatos, venganzas, ataques al papado por medio de sus ennoblecidos vástagos... Nos tememos que el libro encierra demasiada emoción para nosotros como lectores, que puestos a elegir familia nos quedamos ahora mismo con la de La Casa de la Pradera.





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