He escrito
Los Increíbles para que nos entienda el gran público, pero los aficionados al cómic reconocerán el concepto de "familia con superpoderes de origen mágico y problemas entre ellos" como una adaptación encubierta de nuestros añorados y admirados
CLANDESTINE.
Hasta tal punto imitan la recordada serie de Alan Davis sobre una familia británica superpoderosa -misterioso hermano ausente del que no se habla incluido- que estuve tentado de quedarme hasta el final por ver si lo acreditaban.
Vamos, que es una película que sigue el molde de
BIG HERO SIX, y si no le han pagado a mi amigo Alan, conociendo el genio que gasta, mejor no ir a pedirle dinero en una temporada... ¡Yo que el, demandaba!
Por lo demás, hemos encontrado la cinta un tanto "cosmética", fallida y repetitiva.
Transcurre en Colombia, en un pueblo imaginario aislado en su propio valle pero, a pesar de la -bellisima- arquitectura y diseño, nosotros, que tenemos amigos colombianos, no hemos podido identificar nada particularmente local más allá de las conocidas, y ya universales, arepas.
Lo mismo podría transcurrir en Sussex.
A pesar de la escena de flashback que redunda en el muy manido mito de la Caída y Exilio, no se ofrece ninguna explicación de la verdadera procedencia, naturaleza y sentido de los poderes de los protagonistas.
Y lo que es peor, salvo el de uno de ellos, los superpoderes no juegan ningún papel en absoluto en el argumento de la historia. Son un McGuffin, algo un poquito "fuerte" tratándose de algo que, por muchos colorines y folklore que le metan, es una historia de superhéroes.
Sin villano, propiamente, o con uno demasiado sutil y obvio.
Y la demostración de que allí los superpoderes ni pinchan ni cortan es que la cinta resulta un mal calco de la recientísima
COCO, que tiene exactamente los mismos temas familiares aunque un poquito más de enjundia y sentido.
Igual los "culebrones" sobre tensas relaciones familiares no acaban de casar bien con gags infantiles. Un mal que persigue a muchas cintas actuales, empeñadas en servir a Dios y al Demonio al mismo tiempo.
Los números musicales presentan los diferentes personajes pero tampoco hacen demasiado por avanzar el argumento, si los cortas todos, la pelí se entiende igual.
Es un "cortijo" a mayor gloria de Lin Miranda pero, quizás por las pelis que llevamos vistas y la calidad de estas, ni nos impresionan ni nos emocionan sus canciones.
El descafeinado -guiño, guiño- "príncipe Disney" en que convierten a Maluma -que le da voz- es quizás la mejor manera de simbolizar cuan lejos está la película de la Colombia real, y por lo tanto de tener cualquier relevancia actual.
La Casa Encantada da para muchos gags gráficos, pero infantiles, y no muestra nada que no estuviese ya en
El Aprendiz de Brujo.
El "trope" gótico de "lo que estás encerrado en la torre" y todas sus implicaciones sobre el subconsciente y lo siniestro, Disneyficado con colorines y florecitas resulta en una mezcla que no acaba de cuajar.
El mensaje de reivindicación de lo que nos hace únicos y especiales, además de la importancia de la Familia Unida no está mal, pero ya lo cantaban los Payasos de la Tele hace cuarenta años.
Así que la peli no irá más allá de entretener a la chavalería de casa hora y media cuando la suban a Disney +. ¡Lo que no es poco, que les pregunten a los papás!
Solo si tiene secuelas se puede admitir como capítulo de presentación de los personajes, pero en esta se les ha olvidado aquello "La Unión hace la Fuerza", y como Mirabel les roba todo protagonismo el resto de personajes quedan como simple decorado y gag, junto a las tejitas y barandillas de madera.
¡Y terminamos ya, sin haber echo el obvio chiste al que invita el título! ;-P