De las infinitas direcciones en la que Moore podría haber continuado -o prologado- las aventuras de la
LIGA DE CABALLEROS EXTRAORDINARIOS, la manera en que Janni Dakkar, la hija del Capitán Nemo original se convirtió en el hilo narrativo de tres de las historias de ese universo es una prueba de esos personajes e historias que se escriben solos.
Moore devolvió al personaje de Nemo a su imagen original como príncipe hindu Dakkar, ignorando eso si el simbólico y divino papel que Verne le reservó en
La Isla Misteriosa.
El de Moore fue un traumatizado terrorista y lo sigue siendo, pero aún acabando literariamente divinizado, el karma va a terminar pasándole cuenta en este universo por los errores de sus acciones y las muertes que causó.
Una digresión: no se si lo habré dicho antes, pero es Nemo y el hundimiento del barco inglés el que está a la base de la escena análoga con Magneto en los X-Men de Cockrum/Claremont y por lo tanto, del inicio del camino de redención del personaje, cuya familia, como la de Nemo, también fue masacrada.
El caso es que hay cosas peores que ser un terrorista, fanático y asesino: SER UN MAL PADRE.
Janni Nemo crecerá abandonada y ninguneada por su progenitor e, intentando escapar de su sombra, se sumergirá en un infierno aún peor al ser violada en Londres.
Como los sueños de Fantine en la obra de Hugo, los suyos también son devorados por "los tigres de la noche". El destino burlón la devuelve al lugar del que quiso escapar: Ha nacido una nueva NEMO, aún más implacable.
Y es que, por más que lo intentemos, nunca se puede abandonar del todo la sombra del Padre/Madre. Ese condicionamiento inconsciente, según Jung, es lo que llamamos DESTINO y nos hace actuar de manera compulsiva a menos que tomemos conciencia de ello.
La estructura de la historia sigue siendo mítica: Janni ha de morir para que Nemo nazca por que Nemo es necesario para derrotar las enormes amenazas que la aguardan.
La genialidad de Ala Moore refunde en una sola trama la Ópera de Tres Peniques de Brecht, , El Gran Dictador de Chaplin, el cine del expresionismo alemán, El Mundo Perdido de Doyle, Las Montañas de la Locura de Lovecraft y un par de cientos de referencias más.
Ishmael, el protagonista de Moby Dick, único superviviente de ese catafalco que -como el Nautilus posterior- fue el Pequod, y por lo tanto del fatal destino que aguarda a los que como Ahab queden cegados por sus pasiones, le servirá a la nueva capitana de guía y mentor.
Ahora que tan de moda está esa infantil e inmadura fijación por recuperar para explotar comercialmente a los personajes y localizaciones que nos impactaron en nuestros años de formación Moore demuestra que solo puede haber una manera correcta de hacerlo: CONTANDO HISTORIAS COMPLETAMENTE DIFERENTES CON ELLOS.
Por que por supuesto, mucho tendrían que decir los autores originales si conociesen las licencias creativas y las continuaciones que el de Northampton ha incluido en sus cómics.
Pero lo que no se puede hacer es volver a sacar al Capitán Nemo para que siga rescatando naúfragos franceses, visitando la Atlántida y el Polo Sur y jugando al escondite con en su misteriosa isla.
Ser NEMO implica solo una cosa: DEJARLO TODO ATRÁS: Los deseos, la identidad, el rumbo que queríamos llevar, la inmortalidad o la fama en este mundo, el placer, los juicios y valores.
Ser Nemo, claro, es ser ULISES.
Solo con esa auto-aniquilación las costas de Ítaca se materializarán de nuevo ante nuestros cansados ojos.
Rogamos a Kali que no tarde en prender nuestra propia pira.