Ayer mismo, presentando mi libro de Historia del Cómic Americano, citaba yo su crucial papel como mentor de docenas de dibujantes que, llegando a New York, recalaban en sus Continuity Studios -su estudio de publicidad, a la que dedicó buena parte de su carrera para eterna pérdida de los cómics- en busca de trabajo y de una crítica a sus páginas.
Hace poco leía yo como Frank Miller recordaba las primeras lecciones que le dio y me tronchaba de risa: ¡el rapapolvo al dibujante primerizo era idéntico al que muchos después yo mismo presencié durante la visita de Adams a Expocómic, sufrido estóicamente esta vez por Carlos Rodríguez!
"Las ventanas no se dibujan así, esa ventana que has dibujado no puede abrirse. HAY QUE BASARSE EN LA REALIDAD, NO EN LO QUE DIBUJAN OTROS ARTISTAS"
Procedente de las tiras de prensa, con Adams llegó un nuevo nivel de REALISMO a los superhéroes, uno que al final se ha hecho imperante.
Sin Adams no habría habido Giordano, Aparo, García-López, Pérez, Byrne, Davis, Sienkiewicz, Hughes, Lee, Hitch, Immonen... ¡No habría habido PACHECO!
Adalid de los derechos de autor, de la devolución de originales, defensor de Siegel y Shuster, revolucionario del color en los cómics americanos, portadista insuperable, elegante rediseñador, editor de sus Continuity cómics, maestro del Terror, se columpió por la selva de Tarzán hasta la Transilvania de Drácula y la Era Hyboria.
Fue, antes que Pérez, el dibujante de los supergrupos.
Los personajes DC en sus lápices exhudaban NOBLEZA.
Los de Marvel, eran tan realistas que iban al water y no cagaban caramelos, como los de la competencia.
Junto a Denny O'Neil trajo la relevancia a los cómics y nos descubrió que hasta los superhéroes pueden conventirse en yonkis.
Con todos sus conocimientos de ilustración, llenó las páginas de los superhéroes de ellas, dejando siempre un espacio para que guionistas como Roy Thomas "escribieran algo bonito".
Incapaz de encontrar el contrato adecuado para que se respetaran sus derechos creativos y recibiese una remuneración adecuada se alejó durante décadas de los cómics.
Los fans soñábamos con su regreso.
Cuando lo encontré en Expocómic, acababa de anunciar ese singular proyecto inacabado "Dos tíos sentados en un bar hablando del universo". Le pregunté por el.
"¿Seguro que quieres hablar de eso? ¿No quieres saber cuando voy a volver a hacer BATMAN...?" Me preguntó receloso.
Y lo que siguió fue una exposición de media hora de sus particulares TEORÍAS TECTÓNICAS, aquellas de las que, descubrí después, John Byrne se había burlado en ese número de los 4F.
Yo mientras tanto, pensaba en como colarle mi propuesta de guión con Batman, Deadman y Green Arrow en Nanda Parbat contra Ra's Al Ghul...
No la hubiese aceptado. Por que Adams -que sin duda contribuyó bastante a los argumentos de sus cómics- era también guionista, como demostró, ya jubilado con su posterior regreso a los cómics, incluso realizando aventuras muy similares a ese ideal retorno que yo llevaba en la cabeza, y que en buena parte ha conformado mi presente trabajo para los WHIZ KIDS de BIG BANG COMICS.
Neal Adams, toda una personalidad, un pilar creativo y estilístico de los superhéroes, solo comparable a Jack Kirby, ha muerto con los lápices puestos, publicando una aventura de Fantastic Four, el otro gran grupo Marvel que le quedaba por tratar.
Lo veía dando lecciones de dibujo y hablando con sus fans en Instagram a todas horas. Allí habrá dejado valiosísimos consejos para los nuevos artistas.
Seguramente los proyectos que realizó a su regreso no fueron, ni en guión ni en dibujo, lo que los fans esperábamos. Pero no se puede discutir que amaba y respiraba cómic y la industria actual, o lo que queda de ella, se la debemos en una inmensa parte a el.
¡En cualquier artista actual, NEAL ADAMS VIVE!
Que Rama Kushna acoja su alma.