Se me ocurría viendo esta peli qué pensarían unos extraterrestres que viniesen y viesen que nos entretenemos dando personalidades humanas a nuestros vehículos... Suena rarito ver moverse el capó de un coche mientras este "habla".
Pero en eso consiste la Animación: Dotar de humanidad a lo que no lo tiene, y por eso funciona, por que en el fondo no son coches: son personas.
Pixar sin duda destacó por hacer una animación más destinada a jóvenes y adultos que a los niños de Disney. Y con la continua evolución de sus personajes alcanza cotas realmente adultas, complejas y profundas.
Los niños pueden ver la película, se reirán con los chistes, pero no van a captar los complejos mensajes que dirige a los espectadores maduros.
Y es que en esta ocasión Rayo McQueen debe enfrentarse, como cualquier deportista de élite, como Fernando Alonso con sus problemas estas temporadas, a qué hacer cuando uno más joven y rápido llega a las pistas y te roba los premios, la fama, los focos... ¡En fin todo!
Además hay una fuerte crítica a la sociedad hacia la que nos movemos, regida por los imperios mediáticos e industriales -coff, coff, coff...-, deshumanizados y solo interesados en la imagen y en el dinero, no en el individuo ni en concederle un lugar en el que ser feliz en el mundo.
Ante eso la película defiende un pasado, quizás ideal y mítico, pero más sencillo, más humano, menos brillante pero más vivo y lleno de sentido.
¿Conseguirá Rayo McQueen encontrar un sentido a su vida cuando la vida de ganador y líder que ha llevado ya no exista...?
Una tarea que más pronto que tarde nos acaba por llegar a todos y que esta película nos ayuda a sortear, quitando el pie del acelerador a tiempo, disfrutando de los bellísimos paisajes americanos, a cuya geografía y cultura esta película es también una carta de amor.
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