Yo no tuve el placer de tratarlo pero si coincidimos en algún Expocómic, donde tengo vivamente grabada la imagen de cómo Emilio Gonzalo corría a darle la bienvenida como toda una autoridad.
Como si fuera Enrique VIII, combatiendo la cojera con su bastón y rodeado de su séquito.
Según se acumulan las malas noticias por todos lados, es uno más consciente de su propia finitud y a la vez de la importancia de aquellos que han dedicado su tiempo, su trabajo y su vida a preservar y estudiar aquello que nos apasiona.
Intentaré leer sus descatalogados libros -que ya he visto que se venden a precios exorbitantes- y, como ahora acabo de publicar mi humilde ensayito sobre cómic americano y ya me siento su "colega", no he querido dejar de dedicarle estas líneas como homenaje y reconocimiento a su labor.
Por que hoy en día te mueres y, con un "tweet", te despachan. Si es que el algoritmo te permite verlo.
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