Si en el Londres victoriano, plagado de asesinos y crímenes, Sherlock Holmes emergió como una esperanza frente a la torpe fuerza policial, este equipo de abogados -ya con superpoderes- dedicados a salvar las almas de los incautos que las han vendido al demonio no puede llegar más a tiempo.
En este segundo volumen, Javier Ara expande su multiverso con nuevos personajes y dimensiones.
Y el flujo de ideas es tan brutal -a la manera de Kirby en sus New Gods- que yo confieso haberme despistado a ratos con la lectura.
Siempre hacen falta los editores a lo Stan Lee que ordenen y dosifiquen la presentación de nuevos personajes y conceptos, de lo contrario la exhuberancia multiversal puede llegar a atragantarse tanto como en la reciente Multiverse of Madness.
Pero se trata solo de un pequeño tirón de orejas: Persiste la admiración al creador de personajes -¿pastiche?- tan arrebatadores como Mojabragas y uno no puede más que admirarse ante el demiúrgico esfuerzo de generar todos esos mundos, cada uno con sus personajes y sus caracterísiticas.
Particularmente me ha encantado la representación del Limbo como una mezcla de Benidorm, Miami y Las Vegas, un Paraíso...pero fiscal.
Igualmente, la protagonista pasará un mal rato cuando, como todo gran héroe, quede atrapada en el Infierno, uno que Ara representa como un campo de concentración nazi, ciertamente lo más cercano al concepto de tortura continua aquí en la tierra, aunque por desgracia, ahora hay muchas circunstancias entre las que elegir.
La aventura continuará y este lector pide más, solo que administrando un tanto los temas y protagonistas que siempre conviene volver a re-presentar brevemente para los nuevos lectores o los olvidadizos, como un servidor.
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