martes, 13 de octubre de 2015

EL HOMBRE INVISIBLE, DE H. G. WELLS

Concluyo con esta lectura la de los principales "monstruos victorianos", esos agrupados por Alan Moore en su Liga de Extraordinarios Caballeros, o si no fichados para el cast de Penny Dreadful.

La verdad que la principal impresión de la novela es que viene a ser una versión/homenaje del Doctor Jekyll de Stevenson.


Al fin y al cabo el personaje se pasa buena parte de la novela escondido en una habitación y experimentando para tratar, sin éxito de recuperar su naturaleza original. Otro experimento cuyos resultados se van de las manos.


El libro se divide en unas tres partes. En la primera, curiosamente, más que en el esperado tono de terror, el personaje es manejado en un contexto misterioso pero casi cómico, donde los habitantes de la casa donde se aloja intentan descifrar el misterio de su vendado inquilino.


En la siguiente, descubierto el pastel, el personaje huye y mientras se esconde recuerda sus orígenes. Y durante la mayor parte, el tono es también ligero, mientras el personaje pasea por Londres y se da cuenta de las ventajas y desventajas de ser invisible.


De ahí en adelante Wells parece indicar que la fórmula que le ha dado sus poderes ha afectado también de alguna manera a su psiquis, y lo está convirtiendo poco a poco en un asesino y megalómano que pretende regir el mundo.


Es esta parte propiamente la que convierte al libro en un clásico del terror, por que está muy bien narrada la manera en que los invisibles ataques de Griffin se vuelven temibles e implacables.

La manera en que se explica su invisibilidad de manera "científica" es bastante "plausible", al menos para la época.


Y un detallito curioso: Harto de pillar resfriados cuyos estornudos delataban su presencia por andar por ahí desnudo, el Hombre Invisible pensaba mudarse a España, por que aquí hace mejor clima y se puede robar sin preocupaciones.

¡Wells visionario! ;-)

1 comentario:

OLGERD VLADISLAV dijo...

Es un gran relato , felicidades por la lectura y la reseña.
Muy interesante la relación que saca usted con el Dr Jekyll.
Pero para mi, Griffin el hombre invisible, es un ejemplo de egoismo mucho más criminal, sobre todo en el tema de como trata a su padre.
Es ironico como el egoismo le pasará factura en su relación con el Dr Kemp.

Por cierto que Claude Rains (Mr Renault de Casablanca) borda al personaje en la adaptación clásica, aunque ahí el personaje es bastante más agradable.