LOS FREEDOM FIGHTERS DEBUTAN EN BRAVE AND THE BOLD

Y, como siempre, James Tucker y sus muchachos hacen más por estos personajes en menos de media hora de animación que todos los demás autores que han trabajado con ellos desde que Len Wein los introdujese en los años '70.

Sus diálogos, las pocas frases que les corresponden a cada uno, son tan adecuados que resultan que resultan arquetípicos, hasta chocantes, caracterizándolos ya indefectiblemente para siempre jamás.

Igualmente ocurre al verlos usar sus poderes en movimiento: Conceptos claros de cuales son sus capacidades, que son las que les dan nombre, y cómo funcionan.

Algo que parece insultántemente fácil, por simple y sencillo y obvio, pero que se encuentra cada vez menos y menos en unos cómics donde guionistas y editores dan por supuesto que cualquier lector sabe ya de los personajes tanto como ellos. Y así, se pasan páginas, y páginas y números y números, y series y series completas sin que los personajes hagan nada ni digan nada de lo que se supone que deberían hacer y decir. Por lo que acaban reducidos a un mero diseño de uniforme y un nombre anticuado. Y encima los acusan de ser persnonajes fracasados, cuando los fracasados son los autores que han sido incapaces de hacer nada APROPIADO Y ORIGINAL con ellos.

Es algo casi mágico ver que estos personajes medio olvidados, que nacieron como meras copias huecas de otros más populares, cobran vida propia gracias a la DIFERENCIACIÓN UNÍVOCA de sus características.

Y como guinda del pastel, una desternillante actuación de Plastic Man, que acaba unido al grupo como personaje Quality de la que todos proceden en su origen.

Y es que hacer algo BIEN cuesta lo mismo o menos que hacerlo mal, y a la vez resulta divertido. ¡Cómo se lo pasan en esta serie! Deberían pagar por trabajar en ella.

Ya pueden tomar buena nota Palmiotti y Gray, ya...