Para el los textos de Lovecraft -un constante buscador que, sin ninguna duda, como el mismo confiesa en algunos de sus relatos, quedó durante largas etapas de su vida exiliado de su personal Parnaso platónico- redundan en el Terrór Cósmico, la angustia de la insignificancia en un universo que ni nos dota de, ni nos debe sentido.
Fernando, con una prosa poética, dialoga con la vida y obra del de Providence con una profundidad y riqueza que merece por si sola ser disfrutada, indistintamente de cual sea la interpretación que de ella hace.
Para quienes no han leído ningún ensayo sobre el autor, la primera parte como decimos se centra en los lugares comunes: la singularidad de sus comportamientos sociales, su controvertido pensamiento político, su amor por la arquitectura de tiempos pasados, y no solo por esta...
A nosotros, ya conocedores de esos pormenores que no obstante, López Guisado devana a su propio modo, nos ha resultado mucho más atractiva la segunda parte del libro.
En ella estudia el rastro de Lovecraft en la cultura popular, comenzando por la larga lista de autores que formaron parte de su Círculo y los muchos otros que han continuado su enfoque dentro de la Literatura de Terror.
No falta un amplio capítulo dedicado al juego de rol de La Llamada de Cthulhu y sus muchos módulos, que en los 90 sirvió como difusor de sus fascinantes mundos y mitologías oscuras entre miles de aficionados, españoles y del resto del mundo.
Ese, y otros muchos aspectos como su relación con la música o las bandas sonoras, son estudiados con detalle en este libro, como todos los de Diábolo, exhaustivamente ilustrado.
Fernando promete una continuación dado lo inabarcable de la presencia de este literato que tiene la virtud, ya decimos, de ser inagotable desde un único punto de vista. ¡Lo aguardamos con ganas!
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