Nos confundimos de orden en la pasada reseña y hablamos en ella de que era el penúltimo Ulthar aparecido. Pues no, el penúltimo es este y el otro el que acaba de publicarse.
La culpa de que no lo haya devorado ya entero LA TIENE EL SEÑOR EDITOR.
Sus apasionantes crónicas de antiguos Bolsilibros ejercen un hipnótico poder sobre mi, y me paso la vida ensimismado en ellas y en FB, imaginando que las protagonizo e imparto "Two-Fisted Justice" a diestro y siniestro.
Alguna colleja a lo Amparo Soler si acabaré dando en la vida real. Cariñosa, rollo "Confirmación".
Pero en el momento en que he visto un artículo del nuestro albaceteño "Murciélago de los Ingenios" me he atirado a por el. ¡Y que delicia!
Alberto nos habla de la Literatura de Pliegos de Cordel, esos versos baratos que eran cantados por ciegos, impresos y vendidos por donde ellos pasaban.
Se incluye el Romance de la Harpía Americana y además un relato de Germán Gómez de la Mata, sentido homenaje a este tipo de literatura de baratillo, pero que esconde tesoros de imaginación.
Ando estudiando la genealogía familiar: raro es el español que no tuvo parientes entre los que "conquistaron" el Nuevo Mundo, y si no fuera por que mi madre siempre ha nombrado mucho más a la Fiera Corrupia, juraría yo que dicha harpía fue probablemente Tataratataratatarabuela de este asombrado y agradecido lector.
Miguel Ángel Wolfville -al que también le debo lecturas, compras y un espeto de sardinas- aporta una muy temprana secuela de la historia de Stevenson.
Prometo leerla en cuanto se pasen los efectos de la última fórmula que ingerí, no vaya a ser que sea Mr. Hyde quien la descubra y use esas ideas para perpetuarse (En la confección de este chiste no se han pisoteado ninguna niña londinense real).
Oscar Mariscal abre un nuevo sarcófago para sacar de el a otro de los monstruos de la Universal: La "Momia" Funesta.
Si le queda algún rollo de venda, para mi.
Miguel Matesanz nos trae de vuelta las Aventuras de HOWIE, el joven Lovecraft.
Nos cabe esperar que, puesto que el de Providence y este reseñador hemos tenido familias algo similares, tenga yo ocasión de escribir aunque sea un pastiche de su magna obra. Bueno, de hecho ya está escrito. Otro más.
Ana Colchero nos lleva a El Noveno Círculo, y ardo -literalmente- en deseos de leerlo, a ver si, cual Google Maps, señala donde diablos está la salida, por que, como decía Gila Bombero "aquí huele a chamusquina".
Juan Carlos Monroy -otro que tiene seis o siete tomos aguardándome- nos trae una aventura sherlockiana, uno de los relatos que realizan en la tan añorada Tertulia Holmensiana, a la que ahora no me uniría ni conducido por el Comisario Lestrade y una docena de Bobbies (cosas mías, no hagan caso. En realidad el grupo "imprime carácter". Por partida doble).
Nos despedimos aprovechando para evocar el poema de Cavafis a los "negreros" ugandeses que pretenden ponernos a remar al ritmo de la galera de Ben-Hur.
¡Bajad el volumen del tambor, que no me dejáis escuchar completo el canto de las Sirenas! Gracias.
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