No importa como y cuando el lector llegue a el, Alvar habitará para siempre en su memoria y el lector en el.
Este segundo volumen se inicia con una serie de historias que elevan al personaje a un nivel arquetípico.
El taciturno y enjuto justiciero, sin salir de su selva, que parece se le queda pequeña, enfrenta dioses, miedos, posibles futuros, atravesando el tiempo y el espacio, visitando imposibles carnivals con sus pitonisas en un viaje imparable al centro de su alma.
Trillo obvia pues los aspectos más históricos en muchas aventuras para convertir estas en mera reflexión filosófica y existencial, como en esa en la que un anciano arenga a sus tropas contra un enemigo invisible e imparable: La Muerte.
Breccia suple las parcas palabras del protagonistas con encantadoras imágenes de la selva, que como al isla de Lost es un Purgatorio por el que todos andamos en esta existencia.
Por supuesto no faltan personajes y motivos de la Conquista, con sus deformados rostros, espejo de sus almas, que poseídos por sus deseos fracasan uno tras otro al enfrentarse al torvo caminante que ya ha cesado en desear nada.
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