Y es que esta generación de nuevos cuentos corren cierto peligro de ser como esas parejas gays que se empeñan en imitar a las heterosexuales, reduciendo el sexo al coito en posición misionero, adoptando hijos, mandando al marido a la compra, etc, etc... ¡Que se puede hacer, pero no por mera imitación/subversión del modelo social anterior!
Por que se me ocurre a mi que, puestos a escribir cuentos con espíritu feminista, la forma de estos no tiene por que remedar la de los clásicos, ni tampoco invertirlos, aunque esos sean los mecanismos narrativos que primero saltan a la mente de los/las creadoras.
Se obtendrían así una especie de princesas que no son más que "príncipes travestidos" o aún peor, se perderían por el camino todas las enseñanzas, de morales a espirituales, de los cuentos clásicos, que sin duda tienen demasiado protagonismo masculino, por razones históricas, pero también SIMBÓLICAS.
No le conviene a Caperucita o Caperucito hacerse amiga de los lobos de turno y esperemos que los editores que ahora nos inunden con estas propuestas no acaben como el editor Marveliano Axel Alonso: en la calle por pasarse de rosca con la inclusión y la variedad.
Los nuevos cuentos de las nuevas princesas deberán tener sus propias formas y maneras y saber dejar realmente atrás a los anteriores, sin caer en esos fanatismos que hablan de violación por despertar a Blancanieves o la Bella Durmiente con un casto beso en la frente (¡que no es una señora de verdad, que es un símbolo del ANIMA dormida/prisionera!)
Dicho lo cual, las escritoras de este tomo de cuentos ilustrados se anuncian como famosas y establecidas, y supongo que saben lo que se traen entre manos. Y hay suficiente variedad de enfoques para que los lectores FORMADOS vean que, dentro del protagonismo femenino, hay seguramente unas aproximaciones más correctas y enriquecedoras que otras, que mandan al garete todas y cada una de las convenciones "cuentistas".
Se anuncia el tomo como recomendado a partir de los ocho años, pero yo ya he descubierto "cambiazos" bastante truculentos, como en el cuento de La Bella y la Bestia 2.0, así que sin dejar de recomendar la lectura, y por mucho que los niños ahora sepan latín comparados con nosotros, yo reservaría la lectura de estas "variaciones" -y uso el término en sentido musical- para cuando niñas Y NIÑOS ya conozcan los cuentos clásicos y sepan tanto distinguir como apreciar los juegos narrativos a los que se dedican estas creadoras con fruición.
Esto es, "young adults" o adolescentes formaditos y críticos; no nos vaya a salir el espadazo por la culata.
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