En el caso particular de este relato, es el largo prólogo de la expedición científica, y el mismo lenguaje biológico y arqueológico de los investigadores lo que convierte en plausible los hallazgos que luego van a realizar.
La adaptación que ahora publica planeta, editada en sentido oriental de lectura, dedica sus 288 páginas a todos esos prolegómenos antes de que los protagonistas penetren propiamente en la ciclópea ciudad que es el origen de los misterios que los rodean, lo cual ocurrirá en el siguiente tomo.
Así que estamos ante una narración pausada, detallista, que profundiza en los protagonistas, su carácter y motivaciones, y que dosifica perfectamente la creciente sensación de amenaza que sufren cuando comienzan a descubrir esos restos de "criaturas desconocidas para la ciencia".
El blanco y negro del cómic refuerza lo inhóspito, oscuro e incluso onírico de las tierras que visitan y de sus experiencias en las cavernas.
La dureza del mundo polar hace más extrema las vivencias aún antes de la irrupción de los sobrenatural, como bien se pudo ver en esa adaptación no oficial -al menos de esta primera parte- que fue la película de LA COSA.
Impresiona la ciclópea imagen de esas montañas que, aunque se accede a ellas a través de la Antártida -homenajeando así el inconcluso viaje de Arthur Gordon Pym- en realidad pertenecen a las Tierras del Sueño, y su gigantismo no es más que un símbolo del acceso no a tiempos remotos si no al tiempo antes del tiempo, a la Eternidad ciclópea del mundo supramaterial.
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