Las aventuras se sitúan tras la muerte de Belit, aunque el fantasma de la Reina de la Costa Negra se niega a separarse Amra, el León.
Un Conan desencantado se interna en Kush donde, indefectiblemente, se cruza con hechiceros, zombies hyborios, demonios porcinos y los acostumbrados complots palaciegos.
Por momentos se nota el trabajo de Van Lente, dándole un tono humorístico y ligero a las aventuras.
Brian Ching es un dibujante que parece provenir de la escuela de Silvestri. Y aunque Silvestri en su día comenzase su carrera dibujando a Conan, ese estilo dinámico e impresionista choca bastante con el de los autores actuales del bárbaro.
Peor es el caso de Eduardo Francisco, que se ocupa, como suele ocurrir hoy en día, de la mitad de los números que incluye esta aventura y que, aunque se asemeja a Ching, lo hace solo en la superficie, sufriendo las carencias artísticas que plagan a un inmenso número de artistas actuales, que son considerados y se consideran profesionales cuando les falta mucho para llegar a ello.
Las portadas son de diferentes artistas, y quizás señalan que, tras Nord y Giorello, Conan espera su siguiente gran artífice.
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