La cosa desde entonces ha quedado, al menos en mi repertorio, como chufla. Sobre todo por que "identificarse" con un serie con unos valores artísticos tan bajos (a saber, en manos de un fósil de la industria como Dan Jurgens) es reflejo del fan más acérrimo y autocomplaciente.
No tiene nada de malo ser fan de los viajes temporales, yo lo soy más que nadie, pero, como todo en los superhéroes, estas historias tienen sus propias complejidades y no vale cualquier cosa.
A partir de 52 Booster se ha reencarnado como adalid de la salvaguarda temporal en el Universo DC, aunque para mi gusto, aún no han sabido explicar de qué supuestas amenazas o consecuencias nos está salvando. Desde luego, si yo fuese habitante del Universo DC, preferiría que cualquier otro personaje se encargara de esos menesters de patrullar la endeble línea temporal.
Pero ete aquí que a la prescindible y denigrada serie de Booster han llegado sus creadores. Sí, no Jurgens, sino Giffen y DeMatteis, que le dieron tridimensionalidad convirtiéndolo en pareja cómica del llorado Blue Bettle.
Y parece que no haya pasado ni un momento desde los tiempos de la JLI. La verborrea del dúo -el de guionstas, no el de superhéroes- se desata de nuevo, imparable y genial, uniendo gag con gag.
Y, miel sobre ojuelas, en su genialidad las visitas a momentos conocidos de la historia DC parecen ahora mucho más aprovechados. ¡Empezando con un viaje al pasado de la J.L.I.! 20 años son nada...
Para completar el pastel, un viejo conocido de Booster, Chris Batista, se hace cargo de los lapice de manera brillante. En las estupendas portads, ya veis, tenemos de vuelta a Maguire.
Así que, aunque sigo recomendando no identificarse con esta serie, si que recomiendo la serie en sí, sobre todos para quienes añoren el trabajo de los autores en la JLI, que aquí continúa, mejorando a cada viñeta (perdimos a L-Ron, pero tenemos a Skeets para dar la réplica).
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