Acompañado por varios guiones de Greg Rucka y Ed Brubacker, afamados por los cómics de Batman que realizaron en los 90 con un enfoque detectivesco y Noir, la serie, ambientada en los años 40 que lo vieron nacer, recrea el tono de sus primeros cómics pero con una sensibilidad actual.
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Se define devolviendo a Batman a su más básica y sin embargo arquetípica encarnación, como un hombre enmascarado que, con un mínimo de gadgets, sin apenas tecnología, fiándose de su trabajo detectivesco y sus puños, enfrenta a las amenazas que pronto comienzan a poblar Gotham.
El principal aporte de esta serie con narrativa continuada es poder mostrar y explorar quien es Bruce Wayne, un alma atormentada que incluso pierde el control y necesita ir al psicólogo -por desgracia se trata de la Doctora Quinzel, Harley Quinn.
En uno de los mejores episodios, puro Bruce Timm, esta acaba traspasando las leyes deontológicas y tortura psicológicamente a sus pacientes hasta convertirlos en infantilizados y sumiso secuaces.
Pero, de la manera más sutil, el personaje de Batman evoluciona al cambiar de referirse a Pennyworth por su apellido, haciéndolo por su nombre, dando un punto de esperanza al traumatizado enmascarado.
Poco importa si han cambiado de sexo al Pingüino, lo fundamental es que se Oswalda Cobblepot ofrece una magnífica actuación de cabaret que ancla indeleblemente a los personajes y su mundo en la realidad.
El estudio psicológico de ella como madre controladora e implacable, que sacrifica a los hijos díscolos es de tremenda profundidad, como lo es el de Harvey Dent, fiscal que busca librar a la ciudad de crimen pero que se encontrará con la dicotomía de que, para hacerlo y ganar las elecciones, tiene que pactar con el ganster Rupert Thorn, que financia su campaña.
Hay personajes como el o Harley que provienen de muy posteriores etapas de Batman, retrotraidos a los años 40, y hay otros, como Clayface, mostrados como aparecieron originalmente, en un homenaje a las películas de terror clásicas o las aventuas de Robin Hood.
Barbara Gordon es versionada como una abogada que cubre perfectamente el nexo entre el fiscal Harvey y los policías de Gotham, la mayoría de ellos corruptos, salvo la Capitana Montoya, que a su vez tiene una relación con Quinzel, convirtiendo así toda la narrativa episódica en algo totalmente personal.
La serie, plagada de guiños y referencias para quienes conozcan toda su leyenda, se atreve a incluir al Gentlemant Ghost, un homenaje a Sleepy Hollow y toda la ficción de Edgard Allan Poe.
Es curiosa la aparición de Papa Midnight, uno de los personajes de la serie de Hellblazer, en donde esperaríamos a Jason Blood.
Tenemos también a Lucius Fox en su verdadero papel de albacea de la Wayne Foundation, esta dedicada a combatir la pobreza y demás lacras de la sociedad de Gotham.
Si algo le podemos reprochar a la serie es que parece descartar la presencia de Robin, por que Dick aparece, junto Jason y Carrie, ya como huérfano al cuidado de Leslie Thompkins. Siempre puede ser recuperable en un episodio posterior.
Atentos al episodio que reimagina a Nocturna como una niña convertida en vampiro energético: Su hermano se llama Anton...Arcane, el que luego será enemigo de Swamp Thing.
Igualmente, Jim Corrigan forma parte del GPD jugando un sorprendente papel que sella ya su destino como futuro The Spectre.
Ya está aprobada una segunda temporada y solo podemos soñar a donde llevarán con estas magníficas, canónicas y asombrosamente simples bases.
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