EL MAL NO EXISTE: HAMAGUCHI EN DEFENSA DE LA NATURALEZA

Sencilla y bella fábula en defensa de la Naturaleza y la vida ligada a ella, de tan diferente ritmo.

    

Con el imponente Monte Fuji de fondo que los de mi generación descubrieron en los dibujos de Mazinger Z, una pequeña comunidad de personajes que viven en el campo ven su existencia amenazada cuando un empresario propone el proyecto de un camping de lujo, que si bien atraerá turistas amenaza con tener un impacto negativo en el medio ambiente y la vida de quienes lo respetan.

   

A través de un sencillo habitante y su pequeña hija, el director nos muestra la sabiduría del bosque y sus habitantes, sus dones y sus ritmos.

   

Como oposición, los postizos representantes del proyecto de camping, un mero trámite para obtener dinero de subvenciones y que a pesar de fingir reunirse con los habitantes solo buscan el beneficio empresarial, sin preocuparse por el impacto de su empresa.

   

Los enviados acabarán enamorados del arrebatador paisaje y la sencilla vida, reproduciendo el tema clásico de "alabanza de aldea, desprecio de corte".

   

Al final el director se desliza hacia el realismo mágico para resaltar lo sagrado de la Naturaleza en la que el hombre, que ha surgido de ella, debe ser su guardián, como esas tantas criaturas fantásticas que pueblan el folklore japonés.