Nuestra opinión es que esto lo discuten, como todo lo demás, los-que-no-saben.
Los que no han leído a Stan sin Jack y a Jack sin Stan.
Para los que lo hemos hecho, y nos hemos informado un poquitín, no hay disputa alguna. Y queda clarísimo por que juntos alcanzaron alturas que luego nunca repitieron por separado.
Dicho lo cual, los fans de Kirby no podemos más que CELEBRAR la edición de estos cómics de su ya impresionante carrera pre-Marvel realizados junto a su otro gran colaborador, Joe Simon.
Cuando la guerra terminó y la fiebre de los superhéroes pasó, Simon y Kirby siguieron produciendo cómics, y si un género se agotaba, inmediatamente CREABAN OTRO.
Cercanos a los cómics de Terror, y con algún antecedente en los que tocaron el Psicoanálisis, la pareja ya había tratado el tema de los sueños durante su etapa remozando al personaje de SANDMAN, al que convirtieron en uno de sus numerosos "clones" del perdido Captain America pero cuyas aventuras obviamente tenían muchas referencias oníricas.
Prácticamente toda la obra de Kirby puede encuadrarse en esos temas: sus monstruos, sus hombres perseguidos, angustiados, torturados, sus místicos buenos y malos, sus extraños alienígenas cabezones fácilmente podrían pertenecer a un sueño o en su defecto a alguna visión mística.
El estilo de Kirby en estos años, crudo, oscuro y muy similar al del editor de la serie, Mort Meskin, quien también dibuja algunas aventuras, no deja de clavar en cada viñeta a los personajes más carismáticos, sea el apolíneo psicólogo que, pipa en boca todo lo resuelve sin levantarse de la mesa o el Igor de turno en la oscura mazmorra.
Hemos de felicitar de nuevo a Diábolo por permitir al lector español completar con joyitas como esta la trayectoria de un autor del que no dibujó una viñeta que no sea un tesoro.
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