miércoles, 3 de marzo de 2021

RAYA Y EL ÚLTIMO DRAGÓN: DIPLOMACIA, CONFIANZA Y SACRIFICIO PARA RESTAURAR UN MUNDO ROTO

Estructuralmente, la nueva película Disney, cuyo estreno esperemos que marque también el principio del fin de la "pandemia cinematográfica" en los grandes estudios, viene a ser la el resultado de combinar dos poderosos y antiguos relatos:
    

La Tierra Yerma -Barren Earth- que resulta de la pérdida del Grial en el Ciclo Artúrico -y que a su vez remite al rapto de Perséfone, cuya madre Demeter, diosa de la Fertilidad ,la decreta hasta que Hades libera a su hija al menos seis meses al año- y por otro lado, u otro aspecto de esa maldición o encantamiento del Reino, a la Bella Durmiente, cuyos compatriotas caen en su mismo sueño hasta que esta vuelve a despertar. 

También hay toques de su precedente griego: los guerreros petrificados por Medusa.
    

Tratándose de una FANTASÍA ORIENTAL, en este caso la infertilidad que azota a ese mundo es causada por la ausencia de Dragones: mientras que en nuestra cultura suelen ser representantes del mal y la oscuridad, para los orientales son los responsables de la Fertilidad, la Lluvia y el Orden Natural.
    

La femenina protagonista habrá de recorrer los cinco reinos de su mundo en busca de los fragmentos de una "bola de dragón" que el último superviviente de su raza -uno especialmente optimista aunque no demasiado hábil o experimentado- necesita para restaurar a sus congéneres desaparecidos por las fuerzas oscuras que han invadido y sometido la realidad.
   

Sin duda lo más impresionante y original de la película son los diseños de esos cinco ambientes diferentes, como decimos especialmente inspirados en las culturas orientales y sudorientales. 

En su búsqueda irá consiguiendo amigos y aliados, cada uno procedente de uno de los mundos, que tendrán que aprender a colaborar juntos y a confiar el uno en el otro, lo cual es difícil cuando uno de ellos es quien traicionó a la protagonista y causó el retorno de la amenaza que enfrentan.
   

Por lo tanto, personajes, escenarios y trama están más que suficientemente avaladas, lo cual nos hace preguntarnos por que la película, siendo entretenida y divertida, sobre todo para los más pequeños, no llega tampoco a emocionar como debiera ocurrir dado los profundos temas que se tratan. 

Quizás solo se debe a una sobreabundancia de nuevas versiones de esas viejas historias igualmente bien conseguidas. O quizás se hubiese podido trabajar algo más esos temas para no hacerla tan lógicamente predecible, en cuanto uno los conozca y contemple el comienzo. 

En cualquier caso, la parte actual -tensión homosexual no resuelta aparte entre heroína y villana- nos invita a la necesidad de cooperación, confianza y sacrificio para sanar el mundo en que vivimos, quizás tan condenado como estaba ese de ficción, aunque probablemente con una solución más compleja e inalcanzable.

 

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