Tras la Edad de Bronce a la que en parte hace referencia el título de este blog, Hesiodo imaginó la EDAD DE LOS HÉROES, en la que vivieron los grandes campeones semidivinos que realizaron las proezas míticas, en un tiempo anterior a la historia en que el autor escribía, la ya degenerada Edad de Hierro.
En este nuevo ensayo El Prof. García Gual estudia la figura del héroe, las características de este, y como las mismas van cambiando a lo largo de la Literatura Griega, desde los Mitos más arquetípicos al teatro o las novelas, ya reflejo mucho más fiel de la sociedad que los produjo.
Y lo hace como siempre de una manera amena, concisa y preclara, con un aluvión de citas especializadas que otras decenas de estudiosos del tema han realizado en su obra: Leer este libro vale casi tanto como devorar una biblioteca entera.
El primer tipo son los grandes héroes míticos, los matadores de monstruos: Hércules, Perseo, Teseo y Jasón, responsable de la no pequeña hazaña de juntar al primer grupo de Héroes de la Historia, esto es, del Mito: Los Argonautas.
Suelen tener pocos rasgos de personalidad, más definidos por sus poderes y habilidades que por esta, descienden de Dioses o Reyes y suelen contar con alguna figura femenina que les ayuda a concluir sus respectivos "trabajos".
Luego viene los príncipes guerreros de las sagas homéricas: En la Iliada, Aquiles opuesto a Héctor, uno definido por su cólera, otro como defensor de la ciudad y víctima de las circunstancias. Ambos marcados por un destino fatal.
Odiseo es un paso más allá: Aunque es un valiente guerrero, lo que lo definen son sus muchas argucias, su capacidad para engañar, de los Troyanos a Polifemo, y salir siempre a salvo de sus muchos desafíos y viajes.
Luego entramos ya en las versiones que los Trágicos dieron de los antiguos Mitos, en una versión mucho más civilizada donde no faltan las referencias políticas y sociales a la actualidad de aquel entonces.
Dentro de las obras de Eurípides, Sófocles y Esquilo hay muy diferentes enfoques, y en ellas los Mitos se recrean, algunas veces para mejor definirlos, perfilarlos y completarlos, otras quizás para deformarlos y mutilarlos, dependiendo de la comprensión de los mismos que tuviera el autor o la intención de la aplicabilidad que buscase.
Ir al teatro era entonces parte de una festividad dionisica, y por tanto se trataba de dramas sagrados, equivalentes a como los cristianos actuales reelen la Pasión cada Semana Santa, solo que entonces se ofrecían versiones diferentes y actualidazas de los antiguos mitos ya conocidos, con el sello personal de cada autor.
Sin embargo los mitos consiguen, ya digo, pervivir y transformarse bajo otras formas. El caso que a mi me ha llamado más la atención es el de Las Bacantes, de Eurípides.
García Gual señala con razón que la abundancia y oscuridad de los propios misterios dionisiacos que inspiran la obra hacen algo incomprensible para nosotros el destino de Penteo, el Rey que se opone a la llegada de Dioniso y su culto y que, espiando este en el bosque, acaba destrozado por su propia madre, poseída por el frenesí del Dios.
En esta historia -a nuestro parecer- se manifiesta el mitema del "Rey exiliado que regresa para deponer al usurpador". Dioniso -que llega disfrazado, como el otro a Ítaca- acaba con Penteo análogamente a como lo hace Ulises con los pretendientes de su esposa y trono.
El Rey testarudo y sus problemas con el culto oriental que ahora habita su ciudad cobran una nueva dimensión observados bajo el prisma de la oposición Moisés/Faraón en el Libro del Éxodo: No hay resistencia que soporte el poder del nuevo Dios, y sus plagas destruyen a quien antes ostentaba el cetro.
O en Tolkien, retornado el Rey Aragorn, el senescal Denethor tiene los días contados.
Por último es curioso que el episodio en el que Penteo se sube a un árbol para ver mejor perviva en los Evangelios en el de Zaqueo y la Higuera (el no muere en ella, pero si lo hará Judas, el traidor). Igualmente la transformación en serpientes, que también ocurre en el Éxodo. Análogamente, Cristo "sube a un árbol" -un retoño del árbol arquetípico- para morir.
No falta tampoco espacio para comentar las Comedias, iniciadas como Sátiras, una especie de entremés humorístico así llamado por que los actores vestían como Sátiros, esto es, los acompañantes del Dios Pan.
No menos iluminador son los comentarios del autor sobre las novelas griegas que tanto ha estudiado. En ellas, inspiradas por la Odisea, parejas jóvenes amantes son separados y sufren mil y una peripecias hasta su reunión y el final feliz.
Aunque no forma parte de su propia mirada, el profesor reconoce que hay quien interpreta estas historias de manera simbólica y espiritual. Nosotros, tras la reciente lectura de Dafnis y Cloe, consideramos que obviamente son los mismo viejos dioses los que se manifiestan ahora como "pastores" humanos.
Como colofón, García Gual considera que son las -ficticias- aventuras de Alejandro Magno el último reducto de los Héroes griegos.
En pocos años, estas formarán parte de la inspiración de las aventuras del Ciclo Artúrico. Pero esa ya es otra historia.
Os invito a la lectura de este libro, que no solo abarca buena parte de la Literatura Griega, sino que nos ha hecho conocerla y comprenderla mucho mejor, y con ella a la Literatura en general, y con esta a nosotros mismos, cumpliendo el mandamiento del frontón de Delfos.
Cual Apolo, nuestro admirado mentor hiere certeramente desde lejos de nuevo.
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