Las tensas relaciones y cuentas pendientes entre los miembros del grupo se exasperan cuando descubren que el joven suicida dejó unos mensajes personajes para cada uno de ellos.
La mayor virtud que yo le veo a esta película es la de afrontar el importante tema del suicidio, uno por desgracia cada día más presente en nuestra sociedad, aunque aún tabú, como tantos otros.
Ahora, tengo que confesar que el formato de la historia no me ha seducido especialmente: seis personas encerradas en una habitación, puro Teatro, echándose una a otra reproches a la cara.
Los personajes están bien definidos, destacando el de Adrián Lastra como graciosillo del grupo, pero perfectamente podría tratarse de otros personajes, de otras relaciones y de otro tema de reunión.
Parece que el concepto detrás de la película consiste más en la prestidigitación guionística de los diálogos con los que se replican el uno al otro que en aclarar realmente algún punto de su pasado con el suicida que los vaya a hacer cambiar en algo.
No queda claro si se reivindica la libertad de los suicidas para hacer con su sin duda dolorosa vida lo que les plazca, o es una llamada de atención para ayudarles o un canto a la vida y a la amistad para superar los traumas. O todo junto. O nada de eso.
Pero supongo que si entras en el juego, has vivido situaciones similares o te seducen más los personajes le puedas encontrar a la experiencia más significado.
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