Las palabras fallan a la hora de ponerse a escribir una líneas para celebrar el talento y el legado de uno de los mayores creadores del siglo XX, cuyos personajes conquistan ahora millones de seguidores en sus adaptaciones cinematográficas.
En el nuevo siglo, la figura de Jack Kirby ya se nos representa tan gigantesca como sus Dioses Cósmicos y sus Titanes Prometéicos, un don creativo realmente creativo e inagotable, un profeta de unos Nuevos Dioses que más necesita estudiosos que descifren sus escrituras que los elogios de un simple fan.
Humanizando algo la figura recordamos al chiquillo del Lower East Side neoyorquino que escapaba de pandilleros refugiándose en la lectura de Pulps, al soldado que combatió en Europa y que no dudaba en contar sus batallitas a cuantos se pusieran a tiro, al esposo y padre que trabajó sin parar y lucho por ser reconocido popular y económicamente.
Jack Kirby creó a centenares de superhéroes, si, pero también trabajó a lo largo de los años en toda clase de géneros: Cómics de Romance, Western, Ciencia-Ficción, Sobrenaturales, Crimen, etc, etc, etc...
En muchos de ellos fue pionero: No existían hasta que el los inventó.
En su centenario, quizás el mejor homenaje es recordar qué poco ha aprendido la industria en el trato con los autores: Aún se les sigue negando el dinero correspondiente de la explotación de su trabajo en otros países o en merchandising.
Aún siguen sin tener una dirección editorial adecuada, acabando en proyectos muy lejos de sus intereses y/o habilidades.
Aún se sigue arrinconando a los veteranos, dejándolos sin trabajo ni protección cuando más lo necesitan.
Aún los mayores talentos acaban buscando trabajo en otras industrias, huyendo de la de los cómics.
Jacob Kurtzberg soñó Dioses, Héroes y Villanos, retomando las antiguas Mitologías en un nuevo Relato Inacabable, Renovado y Eterno.
Pero sobre todo, soñó un Mundo Mejor.
Una Industria del Cómic mejor.
ALL HAIL THE KING!!!
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