Un tomo recopila la miniserie de este personaje, creado en los cómics -si no me equivoco- que tiene la peculiaridad de trabajar para los malos, aunque creo que sin serlo demasiado.
Si hay que destacar algo inmediatamente, además de las portadas de Stephane Roux, es el trabajazo que hace en los cinco números el dibujante Davidé Fabbri, a quien no me importaría ver hacer algo así con personajes Marvel. ¡Esperemos que lo hayan fichado junto a la franquicia!
El guión de Ostrander juega, como no, con trocitos de la continuidad de Star Wars, que si el planeta Naboo, que si Leia de adolescente, que si el heredero del Conde Dooku -que no es Jedi ni nada-.
Lo cierto es que la historia ocurre, claro, en el Universo de Star Wars, pero no acaba siendo comparable a las epopeyas de la saga ni a tener su perfecta combinación de elementos.
Ahora, que si a alguien el pone palote lo de ver a un alien de tal raza haciendo de cazarrecompensas o demás, pues este es su cómic, y como digo mejor dibujados, pocos.
También sale Bobba Fett. Yo creo que es el personaje que peor trato la segunda trilogía: De ser un singular cazarrecompensas pasó a estar clonado ad nauseam. Y mal clonado, que los StormTroppers son unos patatas.
Jahan Cross, el protagonista, tiene algo de la elegancia y la sinvergonzonería de James Bond. James Bond de las Galaxias. Pero creo que es mejor el personaje que quienes se encargan de darle vida.
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