Pero algo hay que escribir para celebrar este inesperado reencuentro con un viejos amigos.
Podemos decir que, en lo artístico, este cómic de Sandman es... como debería haber sido desde el principio. Sandman bien hecho.
Los vaivenes artísticos de la serie original son puestos aún más en evidencia por el preciosismo y cuidado de cada página de Williams III, un tipo de autor que parece haber nacido para dibujar esta serie, y pocos de los artistas de la serie original pueden decir lo mismo.
Esperemos que la pueda terminar en paz, dadas sus diferencias con DC.
Gaiman nos seduce de nuevo absolutamente con las tres o cuatro primeras palabras, y nos sumergimos en la aventura como si no hubiesen pasado 20 años.
El escritor usa toda la experiencia acumulada y la ventaja que da tener la perspectiva de su obra completa para ofrecernos exactamente lo que queremos ver: Más sobre el pasado de los personajes, más sobre la peculiar familia de Endless, más sobre los encantadores personajes secundarios...
Y mientras lo hace va deslizando perlitas de sabiduría que revelan, si es que aún no estaba claro, cual es el mecanismo que hace andar el mundo de Morpheus.
La acción se sitúa justo antes de ser capturado por La Orden de Antiguos Misterios, pero Gaiman se apresura a mostrar no solo cómo y donde estaba Sandman entonces sino el lugar que ocupaban los principales personajes en el drama del Libro del Destino y como se inició el "efecto dominó" que terminó con Sueño capturado.
Curiosamente, cuando la serie apareció en su día, una de las razones por las que no la encontré atractiva en su origen es por que no acababa de encajar con la propia mitología y cosmología del Universo DC.
Dos décadas más tarde parece que voy a ver satisfechas por fin mi pueril -o no- necesidad de ver qué lugar ocupa Morpheus y los Endless en el esquema de ese Universo DC que, ahora ya, solo existe en nuestros SUEÑOS.
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