Los editores andaban muy ocupados redefiniendo personajes y sorteando problemas de Continuidad como para ponerse a cruzar a unos personajes que aún no se sabía ni quien eran.
Así que los lectores recibíamos cada agrupación de personajes, por eventual que fuese, entre aplausos.
Por increíble que parezca, John Byrne había convertido al conquistador espacial Brainiac en un charlatán de feria con poderes psíquicos (hablando de reboots erróneos...).
Todo esto fue pronto deshecho a su marcha, recuperando George Pérez al Brainiac original y a su nave con forma de cráneo.
Pérez también recuperó algo fundamental: el scope cósmico de Superman, que en la nueva serie había sido borrado del mapa.
Con la nueva Supergirl (Matrix) a juego, el personaje por fin vivía el tipo de aventura que lo había definido durante décadas: la lucha contra invasores espaciales.
El antiguo Superman los hubiese rechazado con un supersoplido, pero el nuevo, sus poderes menguados, necesitó de la ayuda de muchos de los emergentes héroes del nuevo Universo.
Los Nuevos Dioses ayudaban a afianzar a este Superman como un verdadero campeón universal, y recuperaban en buena parte la mística que se había perdido con el "Superman Yuppie" de John Byrne.
Esa saga es otro perfecto ejemplo de cómo el Superman de Mike Carlin siguieó funcionando firmemente con la colaboración de guionistas como Roger Stern, Louise Simonson, Jerry Ordway o Dan Jurgens, y algunos de los primeros trabajos de artistas como Tom Grummet o Jon Bogdanove.
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