Abandonado por su madre y adoptado, cayó ya desde adolescente en el alcoholismo.
Pero las cosas dieron un cambio muy a peor cuando quedó tretapléjico tras un accidente de coche por montarse bebido con otro amigo que también lo estaba, interpretado por Jack Black.
Si ser alcohólico es un problema, ser un alcohólico tetrapléjico, solo y desmoralizado hace que el personaje toque fondo.
Acaba ingresando en un programa de Alcohólicos Anónimos donde da con un gurú y "patrocinador" muy especial, un personaje gay en la escena de los años setenta interpretado magistralmente por un ABSOLUTAMENTE IRRECONOCIBLE Jonah Hill.
La lucha de Callahan que, según inicia su recuperación, comienza a triunfar como dibujante de unos chistes sobre temas que a muchos les resultan ofensivos, nos resulta familiar a todos, tengamos o no sus problemas físicos y psicológicos.
Es la lucha de todos por dar sentido a nuestra vida, por hacer que lo que hacemos cuente, por no convertirnos en una parte de las estadísticas más.
Una lucha que hay que repetir día tras día y que muchas veces pasa por el descubrimiento de las raíces de nuestros propios males EN NOSOTROS y saber perdonar a quienes culpábamos por ellos.
Entonces llega la paz y la iluminación. Quizás eso sea una licencia artística de la película, pero no disculpa de ir a verla.
Un ejemplo más de cuando se hace cine sobre personas y con significado. ¡No se la pierdan!
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