VAMPIRELLA DE PEPE GONZÁLEZ, vol. 2

El hecho de que muchas de las viñetas de este cómic vayan precedidas de enormes cartuchos de textos de apoyo que lo convierten casi en una novela ilustrada es algo que evidentemente data al cómic en otra época ya pasada, una en la que el Noveno Arte tenía quizás más ínfulas poéticas o literarias que ahora, cuando aparece más influenciado por la inmediatez del cine o la televisión.

Pero no por ello las aventuras de Vampirella son un ápice menos arrebatadoras e hipnóticas, haciéndonos devorar sus páginas con la misma frecuencia con la que ella perfora gargantas para beber su sangre.

Saliendo de un culto demoniaco donde por poco la sacrifican para meterse de cabeza en otro igualito con semejantes consecuencias, el enfoque de los terrores más clásicos y setenteros alcanza en nuestro tiempo una calidad casi mitológica, y no nos importa que el argumento se repita con tal de ver a Vampi de nuevo encadenada y con un enorme cuchillo rozando su perfecta piel.

Y entre viaje y viaje por todo esa "Transilvania setentera de cartón piedra", las más sinuosas curvas son las de la propia protagonista, en las virtuosas manos de Pepe González.

Comprende uno que el personaje se convirtiese en un icono de los 70 y continúe vivo y hambriento de plasma en nuestros días.