¿Una historia épica sobre amistad y superación o un anuncio de dos horas y media de Ford y del complejo militar-industrial americano...?
Usted decide.
El argumento: Las ventas de Ford andan bajando a mediados de la década de los sesenta y un comercial, que interpreta Jon Bernthal sugiere realizar coches más deportivos que subyuguen a los niños del Baby Boom post-guerra.
Un intento de compra por parte de Ford para hacerse con la artesanal pero arruinada Ferrari acaba mal y el empresario se pica: decide diseñar un nuevo bólido para vender al campeón italiano en la competición de Le Mans.
Para ello reclutan a Carroll Shelby (Damon), un piloto y empresario venido a menos, y a Ken Miles (Bale), amigo y rival, veterano de guerra, personaje difícil y arruinado al que no le queda otra que trabajar con una multinacional que sospecha que al final le va a joder.
James Mangold -Logan- nos narra el difícil camino de crear, en tiempo record, un coche capaz de vencer a Ferrari, y lo hace de manera amena y épica.
¡Hasta los que jamás nos hemos interesado por las carreras de coches asistimos apasionados a los desarrollos tecnológicos y el toma y daca personal entre los dos amigos!
La película también deja muy claro que las corporaciones y sus ejecutivos tienen intereses que no pasan por la consideración de los individuos, a los que suelen aplastar en sus desarrollos, y ese es el más importante mensaje de la cinta, más allá de recrear este momento histórico para la ingeniería e industria americana.
NACIDOS PARA LA GLORIA, pero con coches.
Un pequeño paso para la Humanidad, pero muy disfrutable.
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