martes, 19 de noviembre de 2019

ADIÓS: CINE NOIR EN LAS TRES MIL VIVIENDAS

El cine quinqui ha vuelto para quedarse.

Váyanse acostumbrando, por que al ritmo que va España, pronto será la única realidad, si es que alguna vez hubo otra.


Mario Casas deja esta vez el "Grupo 7" para pasarse al lado, no de los malos, pero si del gitaneo y los traficantes: es un buenazo pero viene de una familia "regularcilla" y anda cumpliendo condena en la cárcel.

Cuando en uno de sus permisos su hija resulte muerta en un accidente de coche se inicia la habitual venganza gitana imparable, con la peculiaridad que andan por medio otras familias de la misma etnia y la policía investigando una masacre a un grupo de rumanos traficantes a los que robaron y masacraron los causantes del accidente.


En lugar de dejar el tema para la poli, el recluso Mario Casas se dedica a resolver el solito el caso en su tiempo libre. se ve que ha visto TOYBOY y le va ese rollo, consecuencias legales aparte.

Inteligente trama donde cada descubrimiento conduce a una situación aún más peligrosa y donde la policía no es que salga muy bien parada.

¡PERO QUE NADIE TEMA, POR QUE OBVIAMENTE TODO ESTO ES FICCIÓN...¿VERDAD...?!


Al final la cosa termina en una balasera y masacre poco justificable argumentalmente por ambas partes, pero con grandes momentos y disfrutable visión.

Destacables las interpretaciones de Carlos Bardem y sobre todo Mona Martínez que crea una patriarca gitana de las que dan yuyu.

¡Vamos que hasta Don Corleone no le duraba un telediario a esta!

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