Evoco el símil pictórico por que leyendo los breves relatos, sentencias, reflexiones de este libro no he podido evitar sentir algo parecido a caminar por una exposición de arte abstracto, unos cuadros muy bellos plásticamente pero de los que -en no escondiendo antiguos Dioses griegos en nuevos ropajes-su último significado se nos escapa.
Eso nos devuelve a un nivel más básico, más inmediato de la literatura, donde cada palabra, cada frase, cada pensamiento causa un placer y una sensación por el hecho de leerla.
Una prosa poética que no describe eventos sino introspecciones, intuiciones, sentimientos, percepciones...
Como ver un paisaje en un veloz coche: no has terminado de digerir la belleza de una mirada cuando ya tienes delante la siguiente, y la siguiente, y la siguiente...
Ciertamente no se trata de una novela al uso, con su planteamiento, nudo y desenlace.
Es una reflexión introspectiva de tonos fantásticos pero que dentro de su subjetividad no deja de evocarnos sensaciones y pensamientos, como si estos fueran compartidos y los tuviésemos en la punta de la lengua.
Un libro diferente de esos de los que puedes presumir con los amigos de haberlos leído.
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