Esta protagonizada por una agente de investigación de fenómenos paranormales con una doble herencia, de magia blanca y magia negra, pues desciende de las brujas de Salem.
Angeles caídos, sin sus alas, como Gabriel son algunos de los pintorescos personajes que complementan su equipo.
La lucha entre esas dos facciones de Magia, Blanca y Negra, genera toda una serie de fenómenos paranormales que los personajes deben investigar.
Hemos disfrutado especialmente de los primeros episodios de este segundo volumen protagonizados por un veterano de guerra que de pintor cubista pasa a simbolista, decorando la sede de la organización con unos frescos de un mundo de magos visitado por Druidas y que en el que el artista nunca puso un pie.
Roland -el del Cantar- y su espada Durandarte son el retornado desafío de las tramposas agentes en otro de los capítulos.
Ángeles esculpidos que lloran sangre, círculos del maíz, gárgolas, pilas bautismales. Un ambiente en el que Mignola y sus personajes estarían como en casa, aunque en este caso el tono y el dibujo apunten a público más juvenil.
No menos sugestivo son los apéndices en los que los autores sugieren que han sido los peones de una sociedad secreta que les consiguió el puesto en Spirou con tal de que llenasen las historias de símbolos satánicos.
Yo esta parte me la creo.
¡Cualquier día espero ver a Ricardo haciendo el pino y hablando en lenguas extranjeras que no conoce ni cuando contrata derechos en Frankfurt! ;-P
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