JOHN ROMITA SR.: EL PADRE, EL PECADO Y EL PERDÓN

Cuando tuve el honor de conocer a Stan Lee en su visita a Barcelona le pregunté cual era el último cómic Marvel que había leído y que consideraba mantenía el espíritu de la editorial. 

 Con su inspirada egolatría diplomático-hilarante me respondió: "¡Pues acaba de aparecer uno que he hecho yo con John Romita!" 

Se refería al Spider-Man-Daredevil, donde todos los superhéroes persiguen a Peter por que, con su habitual suerte, lo creen un villano. La realidad, claro, es que lo han inculpado falsamente. ¡No se crean nada que lean por ahí, aún menos si es en el Bugle!

Yo llegué a leer Spider-Man justo en el momento en que Romita pasó al testigo a su hijo, con aquella impactante portada que anunciaba la llegada del misterioso y letal Hobgoblin. 

Aunque regresase para ese especial, Sr. supo cuando retirarse a tiempo, cediendo el testigo a su retoño que, durante muchos años, fue todo lo que su padre había sido para una generación de lectores y algo más.

Romita Sr. fue el artista unificador y renovador de la Marvel consagrada a finales de los 60.  Era Kirby y era Ditko...pero mejor.  Fue, claro, lo que luego serían Byrne & Pérez antes que ellos. La imagen de Marvel. 

 Un "pater familias" que colocó a su mujer Virginia como secretaria de la empresa y a su hijo como más que merecido artista. Sin embargo, creo que con sus contribuciones podemos perdonar el nepotismo. Eso y mucho más, ya veréis.

Diseñó a docenas de personajes, ahí los homenajea Ross, con Mary Jane Watson como pin-up girl, heredada de los cómics de romance que había realizado durante años. 

Alocada bailarina, es una moderna Salomé, que a Peter le acabaría constando no la cabeza, pero un par de dolores de esta si.

Y pensando en la saga de los Romita, y en como el padre es quien en realidad se ocupó de argumentar su etapa en Spider-Man -con los magistrales diálogos y la puntual dirección de Lee- se me ha ocurrido si acaso habrá algo de si mismo y la relación con su hijo en el  padre ausente Norman Osborn y el atormentado Harry, que acabó cayendo en la drogadicción, ¡lo mínimo que te puede pasar cuando tu padre es el Duende Verde, creo yo! 

¿Habría alguien que no viese en Norman el origen de los problemas de Harry...? 

 Él mismo reconoce ante el prisionero y desenmascarado Peter que fue su obsesión por los negocios lo que causó el vacío emocional que le llevó a las drogas, la esquizofrenia y, tras un breve interludio heroico, a la tumba. 

Por eso me ha impresionado hoy el heroísmo de Peter que, a pesar de saberlo culpable y conocedor de su identidad, a pesar de que existía el riesgo de que el Duende tomase de nuevo el control -como lo acabó haciendo- Peter prefirió convivir con ese riesgo -que le constaría la vida de Gwen Stacy- a dejar a Harry huérfano. 

Eso es lo que hace un buen amigo, callar y ponerse en peligro por el bien de los demás.

Quizás intuyó que, atrapado en la Telaraña del Destino, Osborn sucumbiría a mano de su propio invento. 

Quizás intuyó que, cuando todos los superhéroes y amigos se han volvieran de nuevo en su contra -lo que acaba de pasar en la serie actual, aún dibujada por un Romita que no aprendió la lección más importante de su padre: retirarse a tiempo- Norman Osborn sería su único aliado. 

       

 Bueno, no estrictamente el único, pero no queremos hacer spoilers. Hay cosas que hasta a los demonios que desatan el Apocalipsis en Central ParK se les pasan por alto.

      

Yo disfruté como un enano leyendo el Untold Tales -1 en el que se revelaba al fin la historia de los padres de Peter, escrita como no por Roger Stern, al que seguimos echando de menos en Marvel. 

Y es que, por buenos que fueran quienes nos criaron, todos descendemos de una estirpe aún más heroica...

 

Elijan bien, elijan como Peter Parker. ¡No se les escape el ladrón! Procuren pasar a los hijos sus virtudes, como hizo John Romita, y no también sus defectos.

Y no se preocupen por los Duendes Verdes, Morados o de cualquier color, que "el Homero del siglo XX" ya ha lanzado la flecha que lo empalará. 

Gracias a todos los años que John pasó hincando los codos en la mesa de dibujo, soñando historias y personajes, a todos nosotros...¡NOS HA TOCADO EL GORDO, TIGRES! ;-P