jueves, 27 de enero de 2022

HISTORIAS PROBABLES: MARK BUCKINGHAM ILUSTRA EL TERROR MÁS ERÓTICO DE NEIL GAIMAN

La Industria del Cómic americana -y no solo americana- es increíblemente desagradecida: Tan rápida para encumbrar nuevos talentos -y algunos, que no lo son ni lo serán nunca, no lo merecen ni merecerán- como para olvidar a sus grandes artíficies. 
 
Mark Buckingham, a pesar de quizás no estar especialmente dotado para los superhéroes, es un profesional consumado y solo por su trabajo en Fables se requeriría que tuviese una mayor presencia en la industria.
   

A falta de otros encargos, ha venido Gaiman a rescatarlo como ilustrador de un conjunto de relatos que hace poco yo mismo leí en su versión original, sin ilustrar. 

Lo primero que te choca, al entrar en aquel bar de Tottenham Court -una de las pocas zonas que frecuentaba durante mi año en Londres, acechando las novedades del antiguo Forbidden Planet de Oxford St.- es la habilidad de Gaiman como narrador: Lo que Buckingham dibuja ya había estado en mi cabeza primero, con todo lujo de detalles.


Solo por escribir Fantasía, Dioses y Elfos, uno no debe considerarse escritor. 

Ahora, cuando eres capaz de mantener la atención del lector en una historia que inclue enfermedades venéreas y consultas al médico, ahí ya si te has graduado. 

La versatilidad que Gaiman muestra en estas historias son los galones de su currículum, y ninguna de ella funcionaría si no estuviesen totalmente ancladas en esa realidad británica que evoca, y esos rincones que yo compartí hace ya cuatro lustros.
   

Y otro tanto se puede decir de Buckingham: Uno no es artista por dibujar Miracleman o a Blancanieves, sino cuando dibujas un bar vacio y transmites con el sensaciones. No hace falta decir más: habran las páginas, disfrutenlas, aterroricense.

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