Nos pasamos la vida soñando con una vida "mejor", más acomodada, más segura...¡con más dinero!
Y no nos damos cuenta que esos cargos también vienen con sus cargas: Las personas que tienen esas vidas no son precisamente más felices, y muchas veces acaban atrapadas y encerradas en las propias paredes de la fortaleza física, económica y social que los protege, pero también LOS SEPULTA.
Original donde las haya esta película nos muestra qué sucede cuando una de esas personas, un broker de New York, sufre un accidente que acaba fulminantemente con la vida de su esposa.
Queda atrapado en un fuerte shock emocional, no tanto por la muerte sino por darse cuenta que no se había casado por amor, que se había metido en una vida que no era la suya y ahora quedaba solo y atrapado en ella.
Para procesar el shock al yuppie le da por desmontar y destrozar cosas, buscando simbólicamente una salida a esa horrible jaula de oro en la que se había metido.
La primera parte de la película, absolutamente nihilista y opresiva, trata ese periodo.
Afortunadamente para el protagonista y más aún para los espectadores, un encuentro casual con una nueva mujer, a su manera igual de atrapada en otra vida menos lujosa pero no menos insactifactoria y opresiva, supondrá una providencial ayuda para que ambos vayan superando lo suyo con ayuda del otro.
El joven y brillante hijo de la mujer, un adolescente que lucha a su vez por aceptar su propia identidad sexual es otro importante revulsivo.
Ni que decir tiene que todos estos procesos no son nada bien recibidos por los padres de la difunta esposa, que además son propietarios de la empresa de inversiones en la que trabaja el protagonista.
En definitiva una excelente lección vital de cómo escapar a nuestras propias cárceles psicológicas y como lidiar con los traumas más destructivos.
Magnífica actuación de todos los actores protagonistas.
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