martes, 30 de mayo de 2023

UN MUNDO FELIZ, ADAPTADO POR FRED FORDHAM: CUANDO LOS DIOSES QUIEREN CASTIGARNOS, NOS CONCENDEN NUESTROS DESEOS

Tras la adaptación de Victor Santos de Farenheit 451 Planeta edita la otra gran distopía del pasado siglo.
 
Tal revelación fue la anterior para mi -ese eterno mito del que descubre la cárcel de la realidad y consigue escapar de ella- que las poderosas y poéticas imágenes de Bradbury me han impedido en cierta manera disfrutar e identificar en esta las equivalentes riquezas que a buen seguro contiene.


Huxley se centra mucho más en el lenguaje como trampa que altera la realidad, en la presión social, en las drogas -y el sexo- ineludiblemente necesarios para soportar la deshumanización propia y ajena.

 

Pero la historia no deja de repetirse: Como error en una cadena de producción, hay un inadaptado, insatisfecho, paria. 

Aquel que escucha una voz interior o acaso una sensación que lo alerta de que ese Venusberg utópico es la más sutil de las trampas. 

 Una humanidad que tiene todo lo que desea, por que la han condicionado a que no desee lo que en realidad necesita para ser humana.
   

En ambas historias hay barreras que se cruzan, reductos de rebeldes, pequeños fallos que suponen la traba que echa por tierra toda la maquinaria. 

Y el terrible horror de percibir que las personas con las que convives no son ya humanas, al menos, no en la manera en que tu lo eres.

Ante eso queda tan solo la Misantropía y convertirse en Ermitaño, claro. Y al final, escapar por la única salida.
   

El dibujo de Fordham transmite, con esas luminosas páginas de neones y los comedidos gestos de los protagonistas la insoportable artificialidad del entorno. Brillante. 

Huxley, hace que los personajes hablen por los codos, en la inmensa mayoría de veces, para no decir absolutamente nada. Y es ese silencio, la parte de la realidad escindida por la barrera de lo que ya no se nombra lo que inquieta y atrapa claustrofóbicamente.

Sabiduría a raudales que no puedo decir que haya disfrutado, pero no por falta de genio de los autores, magistrales, sino por el horrendo parecido con nuestra realidad actual.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también incluiría "1984",,,incluso la clasificaría como la más cercana a nuestra realidad (con la diferencia que se intenta que "El Gran Hermano" sea cada cual autocensurandose),,,no hace falta ya quemar y censurar libros, como símbolo de Cultura y Trascendencia Humana,,, simplemente ya no se lee y este mundo será muchas cosas pero "Feliz" precisamente no lo es