viernes, 19 de mayo de 2023

STEAMPUNK, POR MANU GONZÁLEZ: UNA GUÍA COMPLETA AL NUEVO GÉNERO DE CIENCIA-FICCIÓN

Me he quedado mas apabuyado que Passpartout al ver la factura de la lámpara de gas que se dejó encendida en la mansión de Phineas Fogg por 80 -o 79- días leyendo este magnífico estudio sobre un género que crece y crece al ritmo de las bocanadas de vapor y los engrasados émbolos de su maquinaria.
Aunque la palabra STEAMPUNK solo apareció por primera vez como título de un libro en 1995, sus aficionados han rastreado los elementos que constituyen esta fantasía eminentemente victoriana hasta Los Viajes de Guilliver y Frankenstein

¡Y Herón de Alejandría, cabria decir, como ya nos recordó Neil Gaiman en su TeknoCómic -este, Manu, se te ha escapado-!
Para aquellos que disfruten como nosotros descubriendo las raíces de la Proto-Ciencia-ficción la lectura del volumen es un Viaje Extraordinario. 

Por sus capítulos y por sus exquisitamente escogidas ilustraciones, pues más allá de los argumentos, el Steampunk es sobre todo una estética hipnotizante.
Mecanismos de relojería, robots a vapor -¡como el Neuman, de Tom Strong!-, dirigibles, las brumosas calles de Londres o los cielos de Paris son sus escenarios favoritos.
Toda la mayor Literatura -que lo vio nacer, de la mano de Verne y Wells-, pero también cine, animación, cómics y juegos de ordenador -a pedales, el ordenador-.

Comenta el autor su fascinación, que compartimos por El Secreto de la Pirámide (Young Sherlock Holmes), donde descubrió este tipo de aventuras. 
 
 Más allá de la discusión de si tal o cual obra entra en esta clasificación, no hemos podido más que disfrutar cada página, cada portada y cada fotograma.
Por que si el vapor trajo la Revolución Industrial, los autores Victorianos trajeron una Revolución Espiritual montados a bordo de sus globos, navíos o máquinas temprales.
Una consolidación definitiva de la AVENTURA que cautiva a quienes la prueban dejándose guiar, gozosos, por las manos de ese Destino que nos conduce inexorable a "lo que ha de venir".
Así que, mirando inflexibles nuestro puntual reloj, y con el sonido de fondo de las campanadas del Big Ben, les exhortamos a subir a bordo con aquella letra de La Orquesta Mondragón que escribiese nuestro admirado Luis Alberto de Cuenca. 

¡Viaje con nosotros!

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