En el primero, vemos como Conan -convertido en jefe de los ejércitos mercenarios de un reino- pierde su estatus, aburrido por las tramas palaciegas y rememorando en oportunos flashbacks aventuras en el norte de su niñez.
Una misteriosa amenaza se va apuntando como causa de la derrota de los mercenarios que lo acompañan, reduciéndolo a ser una bestia herida escapando de nuevo a la muerte en un salvaje entorno lleno de amenazas.
La aventura siguiente, dibujada por el siempre ESPECTACULAR Giorello, con colores de nuestro Villarrubia, adapta Sombras de Hierro a la Luz de la Luna.
Uno de los grandes relatos Howardianos que arranca con el sacrificio de un dios y la maldición que implica el castigo de este.
Se nos acaban los elogios para los riquísimo lápices de Giorello, pareciera que en cada viñeta ha dibujado diez veces más de lo que lo haría un artista normal.
¡Y sin embargo, todo está en su sitio y en cada escena nos apetece recrear el ojo como si paseásemos por los pasillos de El Prado!
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