Y habiéndola descubierto, me ocupa y me preocupa el hecho de que el común de los mortales leemos, pero no entendemos.
Lo tenía el Viaje al Centro de la Tierra de Verne (aquí no salen del inframundo por un volcán, sino por una iglesia), y no cabe duda ahora que Carrere se inspiró en esta -habiéndola descifrado quizás con la ayuda de Don Mario Rosso de Luna, nuestro Teósofo residente y amigo del escritor- para realizar su castiza versión de una historia, de un mensaje, tan antiguo como el hombre.
A este lo ayuda el mercúrico Duende de la Corte, cuyo alias no necesita explicaciones. No falta la visita al "Venusberg" de La Bella Medusa.
La aventura incluye catábasis, un resucitado de nombre divino que abandona el ataúd, un sabio mentor barbado que los guía por los infernales túneles y por supuesto un deforme personaje que, anillo por medio, muere al final consumido por las llamas, unas que llevan ardiendo desde Troya.
Gracias pues, David Lorenzo, por confirmar una vez más que hay escritores que, sabiéndolo o no, nos recuerdan algo que ellos consideran lo más importante.
Gracias a DESFILADERO EDICIONES, y gracias a Pedro Porcel, colaborador asiduo de la editorial con su momumental libro sobre CINE DE TERROR, que nos ofrece un prólogo lleno de curiosidades sobre el libro original y la película.
Y gracias por ese nada sutil homenaje que hace a David a Pozí, que resucita también en el cómic como la imagen del jorobado Doctor Sabatini.
¡Jorobado, como Quasimodo! Añadan al hermético Hugo entre las influencias de Carrere.
Solo hay una historia. Pero léanla en esta versión, que es -con El Cid, El Quijote, Don Juan y La Vida es Sueño- la nuestra.
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