Un mundo fantástico de estética medieval, un príncipe destronado, una búsqueda, unos aliados, unas razas que deben luchar unidas...
La serie incluye toda una serie de tópicos que, como el autor comenta en la amplia entrevista que complementa el volumen provienen de todo el cine fantástico que puedo disfrutar nuestra generación: los adolescentes de los 80 nos criamos en una continua lucha entre Luz y Oscuridad, con esos sabios mentores que siempre aparecían en la ficción y que luego tanto hemos echado de menos en la vida real.
Sin duda se trata de un trabajo muy especial y personal para el autor que sabe dar su toque diferencial a todos esos elementos de las sagas fantásticas y que realiza artísticamente una labor of love.
Y más allá de la trama con todos esos ecos a nuestro inconsciente colectivo, creo que es en el dibujo -y el magnífico color- en donde la obra cobra naturaleza propia.
Nos hemos deleitado estéticamente con paisajes, con tabernas, con calles, con criaturas y animales y con los temibles oponentes.
Suponemos que Enrique no descuidará sus parodias de cabezones, pero deseamos ya que regrese a este mundo u otro similares y nos deje igual de apabullados con sus dibujos y su capacidad para tocar esas teclas que convierten la historia que cuenta en una referencia universal.
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