La primera, la tradición canónica, en la que ya se muestra que, en muchas ocasiones, los textos pertenecen a tradiciones -y autores- diferentes y en muchos casos son irreconciliables, lo que ya debería despertar serias dudas sobre la supuesta historicidad de los mismos.
Como es sabido por sus numerosísimos seguidores, Piñero parte de la SUPOSICIÓN de que si existió un Jesús histórico que dio lugar a estas tradiciones literarias, por lo cual discrimina continuamente entre los episodios que el considera "históricos" y aquellos con componentes sobrenatural o estructura más claramente literaria o mítica que supone un embellecimiento por parte de los Evangelistas.
Nosotros sin embargo, mantenemos que discrepancias e incoherencias, así como estructuras narrativas míticas y simbólicas, SON TODOS IGUALMENTE INVENTADOS por los DESCONOCIDOS AUTORES como soporte del conjunto de la predicación de Jesús y la concepción -creativa- de este como personaje MITOLÓGICO, que culmina los deseos Mesiánicos de parte de los Judíos pero que a su vez lo hace recogiendo, en el pensamiento Neoplatónico-Hermético-Gnóstico todos los hallazgos literarios de los héroes y dioses de la Mitología griega.
Sobran pues elucubraciones sobre cómo y cuando pudo ocurrir la Matanza de los Inocentes -y demás episodios- cuando el propio libro afirma que esta solo reproduce la que ya realizase el Faraón del Éxodo y de la que Moisés y Jesús escapan milagrosamente.
EL PRÍNCIPE HEREDERO EXILIADO y refugiado en un lugar donde sus enemigos no lo pueden encontrar -Egipto, en ambos casos- no representa ni más ni menos que el antiquísimo MITO DE LA CAÍDA -del alma, desde su lugar celestial, momentáneamente usurpado por los malvados ARCONTES y demás potencias maléficas- al plano material -el susodicho "Egipto"-.
Igualmente ocurre con Perseo y tantos y tantos héroes griegos que, criados y preparados aparte por sabios mentores, retornan finalmente para derrotar al usurpador y recuperar su trono, enfrentando su destino.
El segundo bloque, que sin duda le resultará fascinante a los lectores que desconozcan las tradiciones sobre el nacimiento, infancia y juventud de Jesús, cubre los Evangelios Apócrifos que aquí Piñero FUNDE EN UNA SOLA NARRATIVA, quizás con el inconveniente de mezclar muy distintas tradiciones de origen, datación y hasta simbolismo muy diverso.
Desde las historias concernientes a la vida de María -que resulta que era hija de un riquísimo habitante de Jerusalén, muy amigo del Sanedrín, con lo cual estos (improbablemente) habrían acabado matando al nieto de un "influente millonario"- al alternativo nacimiento de Jesús en una cueva prodigiosa, al modo de Zeus.
La mayoría de estas tradiciones, reelaboraciones muy posteriores, han sido creadas con la intención de albergar una tradición esotérica y simbólica que aquí se muestra aún más a las claras; y si se intenta una interpretación literal, no digamos ya "histórica" solo se terminará perdiendo la fe y puede que la cabeza.
Destacan las "travesuras" del Jesús niño, que con sus poderes de curar, resucitar y FULMINAR a quien no le llevase la corriente, más bien se comporta como el DAMIEN de LA PROFECÍA que como el hijo de Dios, aunque claro, si era el Dios del Antiguo Testamento, de casta le venía al galgo.
Se añade un crucial anexo que recoge, más allá de la vida privada de Jesús, las enseñanzas gnósticas que estos evangelios -Y LOS OTROS TAMBIÉN, para quien sepa así leerlos- transmiten.
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