¡Si algo deja claro la película es que a Bergman no lo entendía ni él mismo...!
Lo que si podemos obtener, de la mano de la directora von Trotta, que visita a colaboradores y hasta familiares del director, son unas cuantas claves sobre su vida y obra que nos ayuden a entender más bien esta última, por que la vida fue también tan singular como su protagonista.
Una infancia marcada por un riguroso padre pastor protestante está sin duda en el origen de tantos films dedicados a la infancia -la suya-, como Fanny y Alexandre, y sobre las preocupaciones morales, religiosas y ultramundanas de un director que puso a la Muerte a jugar al ajedrez.
Curiosamente, sus familiares con su hijo menor a la cabeza -de los muchos que tuvo, de distintas esposas- hablan de el mucho peor que sus actrices y colaboradores.
Un genio que nunca quiso abandonar la infancia y que hacía de los rodajes su campo de juegos. Pero que eludió de una u otra forma las responsabilidades parentales, siendo incapaz de reconciliar las contradicciones de su pasado.
Desequilibrado hasta el punto de ser ingresado en un psiquiátrico, realizaba en los rodajes los más extraños rituales para parchear su inmadurez emocional.
Un fascinante retrato de un ser humano creador que encantará a quienes hayan disfrutado de sus películas.
¡Ahora, lo de entenderlo...!
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