viernes, 15 de enero de 2016

ROBUR EL CONQUISTADOR, POR JULIO VERNE

Supongo que todo dependerá del momento en que lees un libro de Verne, y de su orden, pero este, para mi, ahora, es un producto ciertamente derivativo, donde Verne pretende seguir viviendo de lo que sabe que sus lectores esperan.


El protagonista que le da nombre es un misterioso (como Nemo) ingeniero que (como Nemo) ha creado una fabulosa nave con la que (como Nemo) recorre el mundo acompañado (como Nemo) por unos invitados forzosos, que al final se escapan (como ocurre con los de Nemo).

Escritura formuláica donde las haya, que de producirse hoy en día haría de Verne el perfecto guionista de la siguiente Star Wars.

Ya veis, lo de aprovechar el filón de la CF no es nada nuevo.


Es cierto que Robur, dentro de su parodia de Nemo, parece más villanesco, maquiavélico y dado a los prontos, pero esta sutil diferencia no hace que el libro merezca la pena, por que está igualmente lleno de las -AHORA- aburridas descripciones enciclopédicas de todas las ciudades, montañas, mares, estrechos, polos y lugares por las que pasa el Albatross, un protohelicóptero en el que Robur ve -con certeza- el futuro de los viajes aéreos, en oposición a los defensores de los globos y dirigibles.


Las escenas en las que los rehenes de Robur intentan escapar de la nave son igualitas a las de los "invitados" al Nautilus, y la caracterización de estos personajes mínima o insultante, como en el caso del criado de rigor, en este caso negro y con unos tintes que hoy sin duda consideraríamos racistas.


Robur regresará en una segunda aventura, y esperemos que en esa haga algo para diferenciarse y merecer su lugar en el panteón de personajes vernianos.

Por lo demás el interés de la obra es reflejar con cierta fidelidad las odiseas de los tripulantes de aerostatos en las que el propio Verne estuvo muy involucrado, si bien en Francia, y no en la Filadelfia del libro.

Una Filadelfia que, conociendo a Verne, seguro que es la Apocalíptica...

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