Nosotros recordamos ver su pelicula en la añorada "Sesión de Tarde" pero Sir Percy Blackeney, el pomposo dandy dedicado a salvar de la guillotina a nobles franceses tras la Revolución no solo es el protagonista de una larga serie de novelas sino que, con su identidad secreta y su amanerado alter ego es una de las simientes literarias de las que años más tarde nacerían los superhéroes.
La Baronesa incluso se molestó en trazar una dinastía heróica para el personaje convirtiendo al protagonista de la pintura de Frans Hals, El Caballero Sonriente en un ancestro de Sir Percy.
En esta segunda novela, la Pimpinela, que presume de ser inencontrable para sus enemigos, tiene un papel fundamental pero, salvo un "cameo", se mantiene ausente de la trama hasta el final del libro.
La Baronesa incluso se molestó en trazar una dinastía heróica para el personaje convirtiendo al protagonista de la pintura de Frans Hals, El Caballero Sonriente en un ancestro de Sir Percy.
Tuvimos ocasión de contemplar la pintura en la Wallace Collection de Londres, un museo que no han de dejar de visitar los que viajen a la ciudad londinense.
En esta segunda novela, la Pimpinela, que presume de ser inencontrable para sus enemigos, tiene un papel fundamental pero, salvo un "cameo", se mantiene ausente de la trama hasta el final del libro.
Se trata eminentemente de una novela histórica sobre la Revolución Francesa en la que la muerte de un joven noble en un duelo desatará años después una trama de amoríos y venganzas.
Los amantes del periodo -como una tía-abuela nuestra, que presumía de conocer al dedillo todos aquellos protagonistas del periodo, enumerándolos repetidamente: Robespierre, Danton, Marat, Carlota Corday, etc...- disfrutarán de las correrías históricas que acertadamente denunciaban los desmanes de ese nuevo mundo que sustituyó al Antiguo Régimen.
Y aunque "Madame Guillotine" descanse ahora en los museos, solo hace falta echar un vistazo a las noticias para darse cuenta de que a los gobernantes actuales aún les va la cabeza en su trabajo, y esta vez no hay noble inglés que los salve mientras esnifa elegántemente rapé.
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