lunes, 7 de agosto de 2023

OPPENHEIMER: CUANDO LOS ÁLAMOS NO TE DEJAN VER... EL ARMAGEDDON

Apuntar tan solo unas cuantas ideas de lo que ha supuesto el visionado de esta histórica cinta del ya aclamado genio Christopher Nolan. 

 Para empezar, mi reconciliación con Cyllian Murphy, un actor que descubrí en Batman Begins y cuya particular fisonomía me resultaba inquietante -razón por la que a buen seguro ha conseguido ese y otros muchos papeles. 

 Aquí se revela como un ACTOR con mayúsculas capaz de expresar con sus gestos el conjunto de emociones que atraviesan una vida humana, sobre todo la de un hombre torturado y contradictorio, como lo somos la mayoría.
   

La película tiene una virtud didáctica notable al explicar de manera comprensible, aún superficialmente, algo tan complejo como la Mecánica Cuántica. 

Aún arrastro la frustración de no haber sido capaz de estudiar Física, a pesar de que ese no era mi camino, por lo que la cinta hace un cabal resumen de los progresos en las teorías y los experimentos que llevaron a desatar la fuerza del átomo -que propiamente, desde entonces, debería llamarse de otra manera.
Hay quien opina, con muchísima razón, que pocos han hecho más por "demostrar" la existencia de Dios que los Matemáticos y Físicos. No ya Pitágoras o Platón, sino Einstein y sus epígonos. 

Es algo na-tu-ral: Nuestro instrumento de conocimiento es la Razón y esta funciona por las reglas de la Lógica. 

En la materia no existen los círculos perfectos por que estos son una idea, como la de Dios -aunque me temo que sobre esta no se llega al mismo acuerdo que sobre las científicas.


Como cita el propio Heisenberg, vivimos bajo la falsa impresión de ser sólidos materiales cuando solo somos un vacío de partículas organizadas según principios energéticos. 

Con lo cual, la diferencia entre materia e ideas prácticamente desaparece. Y si los Filósofos de la Sospecha le buscaron las cosquillas a la Razón, ahí tenemos a Heisenberg estableciendo que no se puede observar científicamente sin alterar lo observado. 

 Por lo tanto, volviendo al pensamiento de los Vedas, la Realidad es Maya, una ilusión.
   

Una, en manos de un nuevo sacerdocio que la define desde su Razón sospechada y su observación limitada. A eso, añádanse los desórdenes y traumas personales de cada uno, como deja claro el intento de asesinato con que se inicia la cinta. 

 Malo es dejar el poder político en representantes que parecen ser el mínimo común denominador de nuestra sociedad, pero dejar el conocimiento científico en estos nuevos místicos que, por superdotados que sean no parecen tener la formación moral ni la capacidad de anticipación para inferir los resultados de sus descubrimientos eso es infinitamente más peligroso. 

 Y aún estos, han sido ya derrocados por los Influencers.Tik-Tok nos ha salvado del Apocalipsis nuclear, puesto que sucumbiremos mucho antes al miope culto a la ignorancia de sus protagonistas. ¡Ale, Turing, cuando quieras, vuelves!


Shiva destruirá este universo al final de los tiempos, pero las teorías científicas, tal y como simboliza un Eistein que parece haber descubierto que las cosas que valoramos en la vida no se miden por fórmulas, vienen teniendo una vida mucho más corta. 

Sin embargo, los efectos de la aplicación de estas, durarán millones de años, tantos como los que tardan en descomponerse los isótopos radiactivos. 

 Por supuesto, los científicos no son todos "Mad Doctors" y algo de control -político y fallido, sujeto los intereses industriales y del capital- existe, o no estaríamos ya escribiendo esto.

 Pero la lección que la película imparte es que ese genio que con tiza y pizarra desató las fuerzas del átomo fue incapaz de preveer que no, que las guerras no terminarían y que su gobierno, que le dió infinitos recursos para ganar la carrera armamentística, luego no solo no se los daría para su cruzada anti-nuclear sino que lo convertiría en chivo expiatorio.
     

El poder de un Dios, en manos de alguien sin consideración por el invídiduo. Debe ser, de nuevo, que Dios existe si hemos aguantado casi 70 años sin que nos borren de la faz del planeta. 

Dibujar a Oppenheimer como humano, con sus limitaciones, sus traumas, sus deseos y pasiones, su amor por la naturaleza, su invención de los "Think Tank" y los espacios de Co-Working es el triunfo del director.
       

Downey Jr. casi podemos decir que interpreta a un Tony Stark alternativo al que como no le cae un misil encima no abandona la defensa del complejo industrial-armamentístico. 
 
La Nueva Inquisición de la Era McArthy redunda en que no existe diferencia alguna entre los que juzgaban y mataban por ideas religiosas y quienes lo hacen por cualesquiera otras, mucho más irracionales y siniestras.


Un paripé el de las Comisiones Gubernamentales que al menos en los Estados Unidos aún guardaban algo de solemnidad y épica. No como los sainetes que vemos de cuando en cuando en la Carrera de San Jerónimo. 

 Y en ese triunfo de la Oscuridad, el amor, la humildad y la honestidad son reflejados como lo único capaz de alcanzar, si no la salvación, al menos la Paz Interior.

Volver a meter al genio en la botella requeriría astronómicas inversiones de crear  "Think Tanks" pero de Humanistas que revirtiesen no ya la amenaza atómica, sino la humana.

¡Ya tienen para pensar un rato!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya, ¿Ahora resulta que Nolan por fin aprendió a hacer una película con más sustancia que estilo, luego de tantos bodrios consecutivos? Pues lo creeré cuando lo vea. Que no será en el cine, porque yo no soy de dar quintas o sextas oportunidades a alguien que ya me defraudó tanto en el pasado. Quizá cuando salga en streaming.