Jugué baloncesto, en el colegio, y se me dió igual de mal, menos una vez que nos tocó con el colegio del barrio de los niños pobres, que medían la mitad que nosotros, y conseguí 19 puntos mientras ellos saltaban a la altura de mi cintura tratando de alcanzar el balón.
Pero me queda la duda de, si en lugar de haber leído cuentos troquelados de la Ratita Presumida y similares, hubiese leído cuentos como este, igual a estas alturas estaba jugando en el Madrid y ganando otra liga.
Además de despertar vocaciones, el cuento viene a ser una defensa de los niños y niñas poco atléticos, poco capaces o gorditos, animándolos a no abandonar sus sueños hasta lograrlos.
La lectura no deja de tener atractivo para aficionados adultos al balompié, pues algunos animales jugadores se llaman Ramitos, Beka, Leo y, ya en otra liga, la avestruz RONALDA.
Como decía Gila en su famoso monólogo con el profesor: Le compran este cuento y un balón a sus hijos y ya no hace falta ni que estudien.
Pero me queda la duda de, si en lugar de haber leído cuentos troquelados de la Ratita Presumida y similares, hubiese leído cuentos como este, igual a estas alturas estaba jugando en el Madrid y ganando otra liga.
La ficción infantil y juvenil ha cambiado ya totalmente y va a ser realmente curioso ver qué clase de adultos surgen de estas lecturas.
Además de despertar vocaciones, el cuento viene a ser una defensa de los niños y niñas poco atléticos, poco capaces o gorditos, animándolos a no abandonar sus sueños hasta lograrlos.
Ese es el valor de este divertido cuento ilustrado.
La lectura no deja de tener atractivo para aficionados adultos al balompié, pues algunos animales jugadores se llaman Ramitos, Beka, Leo y, ya en otra liga, la avestruz RONALDA.
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