Esa es la "iconoclasta" premisa que nos presenta Santiago Segura en este breve cuento que ilustra magistralmente Max.
Reyes y Princesas, Hadas y Enanos, Animalitos varios, Piratas y hasta Lobos Feroces sufren un ERTE que los deja, esperamos que temporalmente, sin empleo.
Pero con una buena intención, que pueden ver ya esbozada en la última imagen.
La moraleja -por que de eso si tiene este cuento- es que, por muy necesaria y conveniente que es la ficción, algunos de sus modelos quedan inevitablemente anticuados, y no nos preparan adecuadamente para la vida.
Y la función principal de los cuentos infantiles debe ser precisamente esa: que cada niño sepa escribir su propio cuento en un mundo mucho más temible que el de los bosques y castillos encantados, y que lo consiga hacer con final feliz.
Nos encanta el estilo del Maestro Max, en quien queremos adivinar un nada velado homenaje al Xaudaró, el genio del TBO.
Los autores también nos invitan a dejar de lado la tablet y descubrir el mundo real, algo más que necesario en las generaciones de nativos digitales.
Destacar que Segura a donado los derechos de autor y beneficios a la FUNDACIÓN ALADINA, gesto que le honra y que esperemos sea muy imitado en el futuro, por que buena falta nos va a hacer.
¡MÁS CUENTOS COMO ESTE, Y MENOS "CUENTISTAS"!
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