De una manera similar un servidor se ha topado leyendo un libro sobre Mitos y Leyendas Españoles con otro anillo que es más bien una CADENA que une al de Tolkien con el susodicho y, a su vez, con el episodio más conocido de toda la Mitología Griega.
Se trata de los mitos que se conservan en torno al Pico Aneto, en el Pirineo Aragonés.
Una leyenda nos dice que en el Aneto habitaba un gigante y que una de sus flechas fue a matar a Atland, un misterioso encantador que habitaba en las cumbres, y que construyó un extraño palacio flotante sobre el Monte Perdido, que solo podía alcanzarse montado en un caballo alado.
Al momento, un rayo cayó del cielo fulminando al gigante, del que tan solo quedó la cordillera a la que da nombre, formada por su cuerpo caído.
Pero un segundo mito atribuido al gigante nos va a resultar doblemente familiar:
Según Jan Grau -citado en el libro Seres Míticos y personajes fantásticos españoles- la gente del pueblo catalán de Graus habla de un gigante llamado Aneto, que tiene un solo ojo en la frente, es caníbal, pastor y atrae a viajeros a su cueva para devorarlos.
Lo mismo que en las otras leyendas de cíclopes, es cegado por un pastor, al que persigue ARROJÁNDOLE UN VALIOSO ANILLO DE CARÁCTER MÁGICO, que el pastor se coloca en el dedo, lo que le obliga a cantar sin parar, permitiendo al gigante seguirlo.
El pastor, para liberarse del cíclope, se corta el dedo y lo tira al río junto al anillo, pero el gigante le dará caza y se ahogará, lo que es ilógico, pues el pastor, al cortarse el dedo, debería dejar de cantar, pues lo que seguía el gigante era la voz y no el anillo.
En otras leyendas similares, como la del Cíclope de Peña Grustán, el que canta es el anillo, con lo cual al ser cortado el dedo y seguirlo el cíclope, este muere despeñado salvándose el pastor.
No hay que ser un experto en Tolkien para reconocer fácilmente en este episodio la similitud con el encuentro entre Bilbo y Gollum, y posteriormente la capacidad de Gollum de rastrear el Anillo y a sus portadores por toda Tierra Media, aunque la "canción" ha sido sustituida por la atracción imparable que el pobre Smeagol siente por el Anillo de Poder tras usarlo durante cientos de años.
También se prefigura el fatal destino de Gollum, que seguirá el Anillo hasta su perdición en el Mount of Doom -como su propio nombre indica- y el sacrificio que tendrá que hacer Frodo, perdiendo el dedo en el que portaba el Anillo, arrebatado por la dentellada final del monstruo.
Fija también la leyenda la naturaleza del anillo como Trampa Mortal, pues su portador, pensando que se pone una joya, está en realidad revelando su posición al ciego monstruo, como si llevase un moderno GPS.
Y además la naturaleza humilde de la víctima, un pastor, y la imposibilidad de volver a separarse del Anillo una vez se inserta en el dedo, salvo automutilándose.
Los Portadores de Tolkien se lo pueden quitar, si, pero una vez lo han usado su destino queda ligado a la temible joya.
Surge inmediatamente la duda de si Tolkien conocía y adaptó el mito -bien el español, bien en alguna de sus variantes locales- o si se trata de uno de esos casos en que los arquetipos platónicos se imponen de nuevo en la imaginación del creador.
Ya casi me inclinaría por lo segundo, dado que como vemos esta leyenda española no es más que una variante del fundacional encuentro entre Polifemo y Ulises, el más famoso y recreado episodio de toda la Odisea.
Si superponemos así las aventuras de Bilbo con las de Ulises, nuevas revelaciones y simbolismos saltan a la vista.
Donde uno va acompañado por enanos, a quienes también ha de librar de peligros en varias ocasiones, Ulises ha de hacer lo propio con sus compañeros marinos.
Tanto Gollum como Polifemo son descritos como caníbales, las guaridas de ambos están cubiertas de huesos y despojos de sus víctimas.
Bilbo y Ulises han de tener muchísimo cuidado con lo que revelan sobre si mismos al monstruo, usando sus "muchos ardides" para salir libres de sus captores y hablando siempre de manera figurada para no revelar el poder de sus nombres.
Ulises emborracha y ciega al monstruo, escapando junto a sus compañeros escondido bajo los vellones de las ovejas que el pastor libera para que se alimenten.
Bilbo gana el desafío de acertijos, pero no sin que Gollum lo persiga gritándole "Bolsón, Ladrón".
En estos gritos y persecución posterior vemos también la del Cíclope, que acude a sus hermanos pidiéndoles ayuda contra NADIE y arrojando rocas a los marineros.
Sin duda, de una manera más o menos directa que esta, muchos de los otros episodios de El Hobbit tendrían, como no, un equivalente en las aventuras de Ulises de regreso a Ítaca.
Pero por si faltasen más pruebas de la filiación mítica de estos episodios, el OJO ÚNICO que caracteriza a los Cíclopes sobrevivirá como la postrera manifestación del Mal encarnado: El Ojo se Sauron.
Si los Cíclopes forjaban los rayos de Zeus en el Etna, Sauron forjó sus Anillo de Poder en el Monte del Destino.
Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos,
un Anillo para atraerlos a todos y en las tinieblas atarlos...
Nada nuevo bajo el Sol, ni siquiera en la más profunda de las cavernas...
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