martes, 21 de junio de 2022

SATANÁS EN LA POESÍA CRISTIANA, POR WILHEM DILTHEY

No se que os parecerá a vosotros, pero yo miro las noticias y no me cabe duda de que "DON DIABLO SE HA ESCAPADO..." aún cuando no habla Bosé. 

 Convendría aclarar que la figura del demonio, Lucifer, Satán y demás, tal y como la conocemos actualmente se forma por una lenta superposición de ideas, desde la tentadora serpiente del Edén, pasando por diferentes dioses contemporáneos del Yavhé judío, y hasta incluyendo ideas como las del "portador de Luz" y el ángel caído que tienen mucho de griego y aún más de helenístico.
   

Aunque todo el mundo estaba dispuesto a darle la patada a Dios en el momento en que Nietzsche -que si creía en Dios, solo que en los griegos- declaró que había muerto, se me antoja a mi que la figura del Demonio -que hubiera debido correr igual suerte en el imaginario occidental- se las ha apañado para cobrar vida propia más allá de la de su supremo -y "difunto"- Creador. 

Este personaje y todas las contradictorias ideas que lo componen, claro, son una versión de los poetas para expresar el lado oscuro de la Humanidad, y no tiene más realidad fuera de ella, que no es poca. Hoy parece omniabarcante.
   

El principal equívoco es, claro, exteriorizarlo como una realidad ajena a nosotros, cuando el mito de la Caída bien entendido -como todos los demás- se refiere en todas sus versiones a nosotros mismos, no a otro tipo de seres. 

Los humanos son los ángeles caídos. Pero claro, a la curia romana le vino muy bien eso del Infierno eterno y, como si de un reino fantástico se tratase, allí colocaron a su particular "Sauron" de turno al mando, tornando perpetuas las catábasis que en los héroes griegos solo son una parte del camino iniciático.
   

Dilthey, además de filósofo creador del método Hermeneutico, estudió teología por ser hijo de un pastor, y no se libró de esa impronta adusta y siniestra que permea la religiosidad protestante. 

En este interesante ensayo estudia como se refleja la figura de Satanás en cuatro autores principales y algún otro periodo o autor menor. Y lo hace, por supuesto, de muy diversas maneras, pues cada cual intenta enmendar y completar la inconexa figura a su modo.
   

Dante, en su Divina Comedia, refunde de nuevo la teología cristiana con la mitología griega que le diera origen en parte. Como vimos en este anterior volumen de Vola, su cosmovisión infernal llegó a considerarse CANÓNICA, cual quinto evangelista. 

 En Calderón aparecen ya los viejos héroes que rescatan a su amada (provenientes de la mitología y su versión "expurgada", la novela helenísitica), con el demonio como antagonista de ese puro amor que, platónico que es, es en realidad el del alma por su morada celeste.
   

Milton con su Paraíso Perdido busca especificar y estudiar la causa de la rebelión de Lucifer y la -redundante- caída de Adán con su epopeya celestial que por más que detalla no alcanza a resolver las contradicciones, pues está mezclando dos versiones de un mismo mito. 

Por último, en los coletazos del Romanticismo Alemán, Dilthey se detiene en la figura de Mefistófeles en el Fausto de Goethe, donde el tema de la amada yas tentaciones retornan. 

Muchos diablos diferentes, pero solo una maldad: La humana.

A ver si documentándonos un poquito, "enterramos a Satán" y recuperamos la idea de Dios. Por que a día de hoy, nadie ha demostrado que no exista. Ni puede hacerlo.

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