Esto es: habían tebeos que divertían y entretenían, pero había muchos otros que además EDUCABAN -inadvertidamente- según íbamos descubriendo los nuevos mundos, cultura e historia que, a su manera reflejaran.
El personaje de De Getier, acompañado de la hija del Faraon, se aventura tanto en las tramas palaciegas en contra del gobernante egipcio, padre de la princesa que lo acompaña, como en mundo sobrenatural en que habitan sus deidades, siendo especialmente protegido por la Diosa de Cabellos Rubios, hija de Sobek, el malvado dios cocodrilo.
Viajes en el tiempo, cultos al Dios de la Luna, Toth, o conspiraciones para sustituir al faraón por esos sacerdotes que siempre andan tramando algo malo, las peripecias de Papyrus no dejan de tener sus escenas inicáticas cuando el personaje, armado de su espada mágica, se enfrenta a los mencionados dioses y atraviesa subterráneos, tumbas y mundos fantásticos cuyo encantamiento habrá de deshacer.
No faltan en las aventuras la influencia biblico-mosáica, con la aparición de la nodriza de la princesa, única que parece recordarla cuando, tras una visita a la intemporal Isla de los Dioses, los protagonistas aterrizan 10 años en el futuro.
Y como comenta De Gieter en una entrevista retrospectiva, su fascinación por Egipto, que ha visitado en nueve ocasiones, va en aumento y lo mismo ocurrirá con la documentación y fidelidad de futuras aventuras.
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